CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 octubre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha propuesto una mayor amistad y colaboración entre judíos y cristianos para dar testimonio del único Dios y defender los derechos fundamentales de la persona humana.

La petición constituye el pasaje central de la carta que ha enviado al cardenal Walter Kasper, presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, con motivo de los cuarenta años de publicación de la declaración del Concilio Vaticano II «Nostra Aetate».

Aquel documento, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas, como reconoce el mismo pontífice en su misiva, «abrió una nueva era en las relaciones con el Pueblo Judío y sentó la base de un sincero diálogo teológico».

Al celebrar el aniversario, que tiene lugar el 28 de octubre, el Santo Padre expresa su gratitud a Dios «por el testimonio de todos los que, a pesar de una complicada y con frecuencia dolorosa historia, y de manera especial después de la trágica experiencia de la Shoá, que fue inspirada por una ideología neopagana racista, han trabajado con valentía por promover la reconciliación y fomentar la comprensión entre cristianos y judíos».

El sucesor del apóstol Pedro se compromete personalmente en este desafío y asegura que pretende continuar con el camino ya trazado en esta dirección por Juan Pablo II, como lo ha demostrado con las intervenciones de inicio de su pontificado y con la reciente visita a la Sinagoga en Colonia.

«El diálogo judeocristiano tiene que seguir enriqueciendo y profundizando los lazos de amistad que se han desarrollado, y la predicación y la catequesis tienen que comprometerse para asegurar que se presenten nuestras relaciones recíprocas a la luz de los principios establecidos por el Concilio», afirma.

Como objetivo para el futuro, Benedicto XVI espera que «tanto en el diálogo teológico como en la colaboración cotidiana los cristianos y los judíos ofrezcan un testimonio compartido aún más convincente del único Dios y de sus mandamientos, de la santidad de vida, de la promoción de la dignidad humana, de los derechos de la familia y de la necesidad de edificar un mundo de justicia, reconciliación y paz par las futuras generaciones».