La clausura del histórico encuentro correspondió al obispo de Tepic, monseñor Alfonso Humberto Robles Cota, quien concluyó oficialmente el proceso que inició el 25 de marzo del Año Santo 2000.

El acontecimiento de clausura se llevó a cabo dentro de una magna concelebración eucarística, en la que estuvieron presentes cerca de cien sacerdotes, comunidades religiosas de variados carismas, los alumnos del Seminario Mayor y un buen número de laicos que acudieron al llamado de su pastor.

En su homilía, el obispo Robles Cota se refirió a dicho acontecimiento como un momento de gracia, en el cual se puedo revisar con profundidad la realidad diocesana de Tepic y descubrir así las necesidades que urgen la actuación de la Iglesia de Jesucristo.

«Hoy podemos decir que la Iglesia debe ser luz en nuestra sociedad… y esto sólo será posible anunciando a Cristo con la coherencia de nuestra vida». Además, mencionó que desde nuestra conciencia de ser una familia en la fe, «estamos llamados a ser un signo de unidad para todos», subrayó el obispo de Tepic.

Los trabajos del Sínodo se llevaron a cabo bajo el lema «Caminemos juntos en el nombre del Señor». Durante todo este tiempo, dijo monseñor López Cota, «hemos sentido la presencia del Espíritu Santo: no podemos dudar que es Él quien ha venido infundiendo en nuestros corazones un nuevo conocimiento del Señor, un nuevo ardor misionero, una intensa solicitud por quienes hoy viven en estas comunidades diocesanas».

Hacia el final de la eucaristía, y antes de la bendición, el obispo Robles Cota leyó el «edicto de clausura» y firmó el documento final del sínodo, donde se recogen los esfuerzos de los miembros sinodales, los frutos del camino recorrido y las directrices que a partir de ese día histórico normarán la vida de la diócesis de Tepic.

El sínodo diocesano, como lo describe el canon 460, es la reunión eclesial de sacerdotes y otros fieles escogidos en una Iglesia Particular, que prestan su ayuda al Obispo de la Diócesis para bien de toda la comunidad diocesana, especialmente en su función de guiar a la comunidad cristiana.

También contribuye a configurar la fisonomía pastoral de la Iglesia Particular, dando continuidad a su tradición litúrgica, espiritual y canónica, revisando el recorrer histórico, con el fin de poner al día lo que sea necesario y llenar algunos vacíos normativos y proponer, con ayuda de la gracia, nuevas orientaciones pastorales.

Los momentos del primer sínodo de la diócesis de Tepic incluyeron cuatro etapas: revisar la realidad eclesial y social como Iglesia que sirve al pueblo de Dios; iluminar con las luces del Evangelio, del Concilio Vaticano II y el Magisterio de la Iglesia, la realidad diocesana; renovar la acción pastoral, y consolidar y presentar los planes pastorales, diocesanos y parroquiales; en una etapa de proyección y compromiso y en un trabajo permanente post-sinodal.