CIUDAD DEL VATICANO, martes, 22 noviembre 2005 (ZENIT.org).- El diario de la Santa Sede constata que incluso la aplicación de las leyes que legalizan el aborto niegan las justificaciones por las que fueron introducidas: ofrecer asistencia a las mujeres.
La edición en italiano de «L’Osservatore Romano» del 21-22 de noviembre ha afrontado la cuestión en pleno debate surgido en Italia por la petición del secretario del partido de la Unión de los Demócratas de Centro (UDC), Lorenzo Cesa, de crear una comisión parlamentaria de investigación para garantizar la aplicación de esta ley, aprobada en 1978.
«La ley, nacida para legalizar el aborto», recuerda el diario, «debería tener el objetivo tendencial de prevenir el mismo aborto», afirma el diario vaticano, según decían los mismos promotores del referéndum que en 1981 confirmó esta ley en Italia.
«Pero la ley ha sido más aplicada hasta ahora, en su integridad, se ha violado el «espíritu» –añade el diario vaticano–. Se ha considerado que la única forma de prevención de la interrupción voluntaria del embarazo era la anticoncepción. Y de este modo, los consultorios familiares, en vez de centros de vida, en buena parte, se han convertido, por desgracia, en distribuidores de certificados para el aborto».
El ministro de la Salud, Francesco Storace, propuso en días pasados un proyecto de reforma de los consultorios familiares en Italia para que en ellos pudieran estar presentes de manera orgánica voluntarios del Movimiento por la Vida. La propuesta ha recibido muchas críticas de la prensa y de exponentes políticos, en particular de la oposición.
El diario vaticano reconoce que «suscita sorpresa la critica de la presencia de los voluntarios del Movimiento para la Vida en los consultorios», pues es «una posibilidad ya prevista por la ley».
«Y sorprende aún más y provoca sospechas», añade el periódico, «quien se opone al examen de la aplicación de una ley», añade en referencia a las críticas de exponentes políticos presentadas contra Cesa.
Y sin embargo, concluye «L’Osservatore Romano», «la defensa de la vida constituye la medida de la civilización y de la democracia. Y es medida de la auténtica libertad».
