CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 30 noviembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recordó este miércoles, durante la audiencia general, el Holocausto judío, «vergüenza indeleble en la historia de la humanidad», y constató que Dios siempre escucha el grito de las víctimas.
La alusión del Papa alemán a la «Shoá» tuvo lugar al comentar junto a más de 23 mil peregrinos congregados en la plaza de San Pedro en una mañana fría de lluvia.
El pontífice comentó el Salmo 136, famosa composición bíblica que se enmarca «Junto a los ríos de Babilonia», en la que se evoca la tragedia del pueblo judío, exiliado en Babilonia tras la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 586 a. C..
«Esta sentida invocación al Señor para que libere a sus fieles de la esclavitud de Babilonia expresa también sentimientos de esperanza y de espera en la salvación con los que hemos comenzado el camino del Adviento», comenzó constatando el Papa en su comentario.
El telón de fondo del salmo es la tierra del exilio, con sus ríos y canales, que regaban la llanura de Babilonia, sede de los judíos deportados.
El sufrimiento judío es ilustrado con las voces de los babilonios pidiéndoles que canten para divertirles. Y el salmo exclama: «¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera!».
«Es como una anticipación simbólica de los campos de exterminio en los que el pueblo judío –en el siglo que acabamos de concluir– fue conducido hacia una operación infame de muerte, que ha quedado como una vergüenza indeleble en la historia de la humanidad», consideró el pontífice.
El Santo Padre recordó, sin embargo, que Dios, «último árbitro de la historia, sabrá comprender y acoger, según su justicia, el grito de las víctimas, más allá de los tonos ásperos que a veces adquiere».
