La religión cruza el umbral de un nuevo año

El año 2006 se presenta con signos de esperanza

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ROMA, sábado, 14 enero 2006 (ZENIT.org).- El nuevo año es tradicionalmente un tiempo para reflexionar sobre el pasado y para mirar hacia delante y, en esto, la Iglesia no es una excepción. En las vísperas solemnes del 31 de diciembre, Benedicto XVI daba gracias a Dios por su asistencia durante el pasado año.

«Sí, es nuestro deber, y también una necesidad de nuestros corazones, rezar y agradecer al Eterno que no acompaña a través del tiempo, no abandonándonos nunca, y que siempre contempla nuestra humanidad con la fidelidad de su amor misericordioso», indicaba el Papa en la Basílica de San Pedro.

Benedicto XVI recordó que el Papa Juan Pablo II presidió la ceremonia el año anterior. Recordó también a los que son pobres, a los abandonados o a los que están en dificultades. Mirando al año 2006, el Pontífice invocaba la intercesión de María, «que nos presenta la Palabra eterna del Padre, que ha venido a morar entre nosotros».

El Papa actual y su antecesor fueron las noticias de religión más importantes de 2005, según una encuesta de los miembros de la Religión Newswriters Association. De los cien miembros de esta asociación que votaron, más de los dos tercios escogieron a Juan Pablo II como la fuente de noticias más importante del año, informaba el Dallas Morning News el 31 de diciembre.

En segundo lugar, con el 21% de los votos, estaba el nuevo Papa, Benedicto XVI. La Religion Newswriters Association es un grupo comercial de periodista que escriben en prensa sobre fe y valores. Tiene unos 300 miembros.

En su homilía del 1 de enero, solemnidad de María, Madre de Dios, Benedicto XVI continuaba con el tema mariano. «Al inicio de un nuevo año», decía, «se nos invita a entrar en su escuela, en la escuela de la fiel discípula del Señor, para aprender de ella a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios quiere derramar sobre los que confían en su amor misericordioso».

También invocaba la bendición de Dios para el Nuevo Año, especialmente para la paz del mundo.

Mirando atrás a cómo el nuevo Santo Padre se ha presentado en el año 2005, el comentarista católico George Weigel indicaba: «El Papa Benedicto XVI se ha entregado, de forma maravillosa, como un maestro». Escribiendo en el Los Angeles Times del 30 de diciembre, Weigel sostenía que Benedicto XVI «ha sido un maestro claro y luminoso, de este tipo de maestros que impulsan gentilmente a los demás a pensar, incluso a reconsiderar».

Entre los puntos que ponía de relieve están los sermones del Papa, «obras maestras en miniatura de la doctrina cristiana».

No obstante, el nuevo Papa hace frente a algunos desafíos, entre ellos una posible reforma de la Curia Romana, añade Weigel.

Atracción papal
Benedicto XVI también ha tenido un llamativo éxito de público. En agosto, atrajo la atención de más de 1 millón de jóvenes en Alemania durante el Día Mundial de la Juventud. El nuevo Papa ha atraído a un gran número de personas a sus audiencias y celebraciones públicas en Roma.

Allí, cerca de 2,85 millones de personas han tomado parte en las actividades públicas del Santo Padre, que incluyen a las 810.000 que asistieron a sus primeras 32 audiencias generales de los miércoles, según datos publicados por la oficina de prensa vaticana el 28 de diciembre.

A pesar de los impresionantes números en Roma, en general la fe religiosa y las iglesias atraviesan situaciones difíciles en muchos países. Una muestra de esto es el creciente número de iglesias «sobrantes».

El 17 de octubre el periódico de Canadá National Post informaba sobre cómo se buscan nuevos usos para las iglesias y las propiedades religiosas de la una vez ferviente provincia de Québec.

Hace diez años, el gobierno provincial creó la Québec Religious Heritage Foundation para ayudar a preservar las propiedades eclesiásticas y, desde entonces, se han gastado 135 millones de dólares canadienses (117 millones de dólares) en conservar las iglesias.

En las audiencias del pasado octubre se dijo al comité de cultura de la Asamblea Nacional de Québec que la mitad de las 246 parroquias católicas de la archidiócesis de Montreal no puedan ya afrontar el permanecer abiertas. Problemas similares persiguen a la Iglesia anglicana en Gran Bretaña.

La Iglesia anglicana de San Pablo en la ciudad de Bristol, por ejemplo, está siendo usada para entrenar adolescentes para convertirse en profesionales circenses, informaba el 25 de diciembre el Washington Post.

Según el Post: cientos de edificios religiosos históricos están convirtiéndose para diversos usos: apartamentos, oficinas, pubs, balnearios y tiendas. Haciendo frente a un número cada vez más en declive, la Iglesia de Inglaterra ha cerrado desde 1970 cerca de 1.700 iglesias. Los datos citados en el artículo afirmaban que menos del 7% de los británicos asisten regularmente a la iglesia. Y de los 24 millones de anglicanos bautizados, sólo 1 millón va a la Iglesia en un domingo normal.

En una sociedad cada vez más secularizada, los cristianos también hacen frente a obstáculos para predicar su mensaje. El 4 de enero, por ejemplo, Associated Press informaba que la Universidad estatal de California, en San Bernardino, prohibió que se organizara en el campus un grupo cristiano de estudiantes.

La constitución propuesta de la Christian Student Association incluía una declaración de moralidad sexual y requería que sus miembros y participantes fueran cristianos. Se prohibía también que los homosexuales fueran miembros.

Al rechazar la propuesta del grupo, la universidad declaró que ésta discriminaría a los no cristianos y a los homosexuales.

No todas las noticias son tristes para los cristianos. A final de año, el arzobispo de Westminster, el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, puso de relieve las tendencias positivas de 2005. Escribiendo en el periódico Observer el 18 de diciembre, observaba signos de «tambaleo secular».

Es decir, explicaba, «la forma en que la fe sigue yendo más allá del horizonte del secularismo, interrumpiendo la visión de los seres humanos como seres autónomos y egoístas, con sólo esta vida en la que creer».

El primado católico de Inglaterra y Gales se mostraba cauteloso al habar de un renacimiento de la fe, pero añadía: «sólo veo una pérdida de fe en el no tener fe».

Explicaba: «Hay una nueva incertidumbre sobre nuestras certezas, un cuestionamiento de los principios de la Ilustración que buscaban hacer del individuo la medida última y de la razón el único criterio». «Somos seres buscadores de la verdad», sostenía el cardenal, y esto significa que no podemos seguir viviendo por siempre en la superficie de las cosas.

El primer hombre de color nombrado arzobispo anglicano en Gran Bretaña, John Sentamu, también defendía la importancia de la fe religiosa. Poco antes de su entronización como nuevo arzobispo de York, Sentamu, nacido en Uganda, criticaba los intentos de minimizar el cristianismo en nombre del multiculturalismo, informaba el 22 de noviembre el Times.

En una entrevista concedida al periódico, Sentamu describía la cultura inglesa como enraizada en el cristianismo y, a pesar de los intentos de los secularistas por marginarla, a la iglesia como teniendo todavía un papel central que jugar. «Creo que la Iglesia tiene que ser de muchas maneras como una partera, logrando que nazcan posibilidades de lo que es auténticamente bueno en la mente inglesa».

Rumbo sur
Un desafío que hacen frente todas las iglesias es el cambio de creyentes de las naciones desarrolladas por los del «sur», generalmente países del mundo en desarrollo. Un reportaje publicado en enero por la revista Lausanne World Pulse presentaba diversos datos sobre este cambio.

El reportaje de la Lausanne Researchers’ Network observaba que en 1900 más del 80% de
todos los cristianos estaban en Europa y Norteamérica. En 2005 la proporción ha caído por debajo del 45%.

Dentro de Estados Unidos, el informe encontró una caída en el número entre las iglesias establecidas, y un fuerte aumento en el grupo de aquellos que siguen las iglesias pentecostales y carismáticas. Mientras que en 1900 estas iglesias eran prácticamente inexistentes, en el año 2005 alcanzaban al 26,3% de la población, con 79 millones de miembros. Sea lo que sea lo que aguarde a los creyentes en el nuevo año, estas cifras dan motivos de esperanza.

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ZENIT Staff

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