Neve Shalom, una semilla de paz en el corazón de Israel

Entrevista con Anne Le Meignen, pionera en esta aldea

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JERUSALEN, domingo, 15 enero 2006 (ZENIT.org).- En Israel, en una de las colinas cercanas a Jerusalén, en un terreno cedido por monjes franceses, un puñado de familias árabes y judías, de tres religiones o no creyentes, siembran en el corazón de sus hijos la semilla de la convivencia.

La aldea Neve Shalom, fundada en 1970 por Bruno Hussar –fallecido en 1996, joven judío agnóstico egipcio, que tras convertirse al catolicismo y fue ordenado sacerdote dominico–, por Anne Le Meignen, judía francesa, y otras personas.

Zenit ha hablado en un hotel de la ciudad nueva judía de Jerusalén con Anne Le Meignen, quien puntualiza que no vino a Israel para fundar Neve Shalom, sino para trabajar como asistente social. Aquí conoció al padre Bruno Hussar y se embarcó en esta aventura no exenta de dificultades.

A principios de los setenta, hablar de convivencia entre árabes y judíos era casi una locura. Anne, ágil y vivísima, habla de sus 38 años primero de trabajo social en la ciudad vieja árabe de Jerusalén, y luego de vida en la aldea.

–¿Qué es Neve Shalom?

–Anne Le Meignen: Es como todas las aldeas de Israel. La única diferencia está en que, respondiendo a la llamada de Bruno Hussar, fue fundada para la coexistencia de ciudadanos de Israel árabes y judíos. El problema palestino es otro problema. Naturalmente nos interesa mucho, porque son nuestros vecinos y porque muchos árabes, aquí en Israel se identifican con la causa palestina.

El objetivo de esta aldea es demostrar (no dar ejemplo, no queremos ser ejemplo, hacemos esto por nosotros mismos) que podemos vivir juntos, con nuestras diferencias, con nuestra propia identidad y encontrando la identidad del otro, obligándose a respetarla totalmente.

El medio que hemos elegido para realizar esta coexistencia es el de criar y educar a nuestros hijos juntos. Una primera línea fundamental es el encuentro, porque pensamos que es la primera clave de la paz. No se hace la paz combatiéndose sino respetando las identidades y, en primer lugar, la nuestra. El medio para lograrlo es la educación. El padre Bruno Hussar pensaba que si nuestros hijos crecían juntos en este ambiente se llegaría a lo que estamos haciendo ahora.

Empezamos en un terreno absolutamente desierto en 1970 y, pasados siete años, vinieron las cuatro primeras familias de la aldea: tres judías y una árabe. La familia árabe era musulmana practicante, y las tres judías, agnósticas o ateas.

Hoy viven cincuenta familias, mitad y mitad. La paridad es importante. Los árabes son cristianos y musulmanes. Tenemos una escuela que empezó con una guardería. Hoy hay un jardín de infancia, una escuela primaria completa, y una secundaria que cumple su tercer año.

Fundamos la escuela en 1984, y luego la primaria en 1990, abierta. Hoy el 90% de los niños vienen de fuera. Pienso que esto es muy importante porque la aldea no es un lugar cerrado y muchos vienen para que los niños sean educados juntos. Y es importante subrayar que son los árabes y los judíos los que han hecho esta aldea y no el padre Bruno, Jean y yo.

Han realizado lo que nosotros soñábamos: una Escuela para la Paz. No es una escuela a la que se viene todos los días sino especial, dirigida a chicos de entre 15 y 18 años, adolescentes árabes y judíos que vienen de las escuelas, y actualmente más de treinta mil jóvenes han pasado por la Escuela. Ofrece también a periodistas, líderes, responsables, judíos y árabes, la oportunidad de encontrarse para intercambiar sus problemas y trabajar por la paz. Trabaja mucho por el encuentro entre mujeres árabes y judías. A las árabes se les orienta para desarrollar su sentido de la propia dignidad y conciencia personal. Cuando hablo de Neve Shalom digo que es una mesa redonda, la mesa del encuentro, todos en la mesa redonda como “hijos del hombre”, como “hijos de Adán”. Y esta mesa se asienta en tres patas: encuentro, respeto de la identidad y educación. La primera es la aldea, la segunda, la Escuela por la Paz y la tercera, la escuela de los niños.

–¿Es todo idílico en Neve Shalom?

–Anne Le Meignen: Yo inicié Neve Salom y tengo que decir que hemos tenido muchos problemas. Problemas en los encuentros, en la convivencia, a veces problemas verdaderamente difíciles pero aprecio mucho a estas personas que han venido con esta motivación, aunque todos los días tenemos dificultades.

–¿Están dispuestos a aceptar a cualquier familia en la aldea?

–Anne Le Meignen: Era una cuestión que suscitaba dificultades y yo dije: hay que hacer un comité de aceptación. Tenemos un comité muy serio que estudia las candidaturas y, una vez aceptada una familia, y ratificada por toda la comunidad, hacemos todo lo posible para se sienta feliz entre nosotros pero también que nosotros estemos contentos con ellos.

–¿Hay muchos que desean ir a Neve Shalom?

–Anne Le Meignen: Hay familias que esperan hasta tres años para entrar. Cuando llegan, construyen su propia casa.

–Se hablaba el año pasado de que Neve Shalom estaba en crisis

–Anne Le Meignen: Es una comunidad con sus dificultades pero esto es normal. Actualmente tenemos una gran dificultad con la escuela. Empezamos completamente solos, en un barracón, sin ninguna ayuda gubernamental. Luego, fuimos reconocidos como escuela privada, más tarde como escuela experimental y luego como escuela pública. Y entonces empezaron las dificultades. Ahora queremos volver a tener un estatuto independiente porque el Ministerio de Educación, el año pasado por ejemplo, al nombrar a la directora, quería imponer su candidata. Hemos tenido otras dificultades. Hay niños judíos que han dejado la escuela. Nuestros niños están mezclados en modo equilibrado y lo importante es que crezcan juntos. Las tres escuelas secundarias están integradas sólo por árabes actualmente. No renunciamos, y debemos refundarlas para reequilibrar porque esto es muy importante para nosotros. La escuela está dirigida por dos personas, una judía y otra árabe, y el profesorado es mitad y mitad. La enseñanza se hace en árabe y hebreo. Nos vemos obligados a crear nuestro sistema de enseñanza, y hemos logrado que otras dos escuelas hoy en Israel hagan como nosotros, una en Galilea y otra en Jerusalén.

Respetamos el programa del Gobierno pero hacemos otras actividades para los chicos para que conozcan las diversas culturas, su arte, artesanía, naturaleza, etc. Por otra parte nuestros niños celebran todas las fiestas de las tres religiones juntos para llegar a sentir que la fiesta del otro es también su fiesta. Esto es muy importante, es el respeto de la identidad. Y esto cera una dinámica en la que la identidad se refuerza. Este es un intento creativo, porque vivir las diferencias es mejor que vivir el conflicto.

–¿Tienen problemas con las autoridades?

–Anne Le Meignen: Nos han ignorado durante mucho tiempo, que era lo mejor que podían hacer. Ahora somos reconocidos como aldea. No había ni siquiera infraestructuras. A nivel de escuela es mejor volver a nuestra idea inicial como he explicado. Israel es un país muy democrático. Teníamos necesidad de apoyo pero queríamos una cierta independencia. Hay muchas asociaciones de amigos en Europa y América que nos apoyan económicamente, buscamos una en Japón, porque la independencia en la escuela supone problemas financieros. Hemos tenido mucho apoyo de Francia y sin él esto nunca hubiera llegado a existir.

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ZENIT Staff

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