ROMA, lunes, 16 enero 2006 (ZENIT.org).- El obispo Giampaolo Crepaldi, secretario del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz ha pedido que se deje más espacio a la doctrina social en la semanas sociales que organizan católicos en diferentes países del mundo.
La petición del prelado ha sido publicada en el recientemente creado Observatorio Internacional , del que él mismo es presidente.
En los últimos meses de 2005, las Semanas Sociales se celebraron tanto en Perú como en Francia. En Italia, se dio a conocer el documento final y se publicaron las Actas de la última Semana Social italiana de Bolonia, del 7 al 10 de octubre de 2004.
La Semana Social de Perú tuvo lugar en Lima, del 18 al 21 de octubre pasado, teniendo como tema la conmemoración de los 40 años de la constitución pastoral del Concilio Vaticano II «Gaudium et Spes».
En Francia, la Semana Social se celebró en París, del 27 al 29 de noviembre de 2005, dedicando su reflexión al argumento «comunicar».
Partiendo de estos acontecimientos, monseñor Crepaldi reflexiona sobre algunas características fundamentales que no deberían faltar nunca en las Semanas Sociales: profundización cultural de alto nivel científico; reflexión sobre el aspecto social; atención significativa al aspecto pastoral; fuerte arraigo en la doctrina y el magisterio, y definición precisa de que se trata de un «hecho de Iglesia».
Con la expresión «alto nivel científico», el secretario del dicasterio vaticano no se refiere sólo al aspecto formal, sino a la necesidad de que la Semana Social sintetice «la mejor producción del pensamiento social y político de los católicos para reelaborarlo en una propuesta cultural».
En otros términos, una Semana Social no puede ser sólo un escenario que acoge a expertos sino, sobre todo, un verdadero taller en el que los interlocutores son los centros culturales y de investigación, las universidades y las instituciones comprometidas en producir cultura social y política, considera el prelado.
Respecto al aspecto social, monseñor Crepaldi escribe que «para arraigar la reflexión en la sociedad actual, y lograr una repercusión en nuevos comportamientos sociales», la Semana Social debe afrontar «la concreción histórica para proyectar y proponer», de manera que se evite el riesgo de no trazar “una línea de cultura social para una presencia unitaria de los católicos en el país”.
Para hacer que la Semana Social no se reduzca a un simple congreso de intelectuales, y que la óptica sea sólo técnica, el secretario del dicasterio vaticano subrayó la importancia del ingrediente pastoral.
«Las Semanas Sociales –precisó– deben conectar con toda la pastoral social, antes y después de ellas».
En este sentido, el presidente del Observatorio Internacional indicó como «necesidad absolutamente imprescindible» «un fuerte arraigo en la doctrina y en el magisterio».
«Debe ser explícita y orgánica la referencia a la Doctrina Social de la Iglesia –reveló Crepaldi–, y es muy extraño que durante todo el desarrollo de una Semana Social no se oiga citar un documento del magisterio social».
El secretario del Consejo Pontificio subrayó también la absoluta necesidad de que no falten, en las Semanas Sociales, la oración comunitaria, la centralidad de la Eucaristía y la escucha de la Palabra.
«Incluso en contextos de acentuada laicidad, las Semanas Sociales deberían partir de lo que es propio de la Iglesia, es decir el discernimiento a la luz de la fe, porque, para el católico, sólo la fe revela al hombre a sí mismo, como afirma la “Centesimus Annus”, en su número 54», subrayó Crepaldi.
El secretario del dicasterio vaticano auspicia en su reflexión que «la tradición de las Semanas Sociales se renueve cada vez mejor y que las Semanas Sociales de los católicos se reanuden y se realicen incluso en los países que no han tenido esta experiencia».