ROMA, jueves, 19 enero 2006 (ZENIT.org).- El compromiso ante las grandes emergencias internacionales en 2005 se convirtió en el eje central del discurso de año nuevo que pronunció el gran maestre de la Soberana Orden de Malta, frey Andrew Bertie, ante embajadores de los 94 países acreditados ante la casi milenaria institución.
Entre estas intervenciones, destaca la respuesta al tsunami del sudeste asiático, ante la devastación del huracán Katrina en Estados Unidos, y ante otros escenarios de crisis en los que actúan médicos y especialistas con la insignia de la cruz octogonal, símbolo de la Orden, en Afganistán, Vietnam, Rumanía, Níger o Paquistán.
Es un compromiso costoso: sólo para las intervenciones en el sudeste asiático, la Orden recogió más de 30 millones de euros mediante iniciativas de solidaridad de los miembros de la Orden.
El gran maestre mencionó los dos mayores eventos eclesiales de 2005: el fallecimiento de Juan Pablo II y la elección de su sucesor Benedicto XVI, seguidos con intensa participación por todos los miembros de la Orden.
Aunque «atravesamos tiempos de incertidumbre, uno de esos momentos de la historia en la que los puntos de referencia están ofuscados o incluso han desaparecido», afirmó ante los embajadores, esto en vez de desmoralizarnos, debe comprometer más que nunca a los miembros de la comunidad internacional a actuar solidariamente para buscar, con valor y confianza en Dios y en el hombre, el camino de la paz».
Las actividades de la Orden experimentan un desarrollo particularmente intenso en Oriente Medio y en África, informó frey Andrew, en «respuesta a las necesidades expresadas por las autoridades locales, y a su petición, a menudo en colaboración con las agencias de Naciones Unidas y otras organizaciones humanitarias».
«Como impone la Carta constitucional de la Orden, en las actividades de asistencia no se hace distinción de raza o religión. Se conforman a la tradición y a la espiritualidad de la Orden, que se manifiesta sobre todo en el espíritu cristiano que anima a sus miembros y a sus voluntarios en su servicio a los enfermos y a los pobres, distinguiendo así a la Orden de las agencias humanitarias», añadió el gran maestre.
En noviembre pasado, «en reconocimiento a las ejemplares obras de caridad realizadas», la Orden Soberana de Malta recibió el premio de la Fundación «Path to Peace» de la Misión de la Santa Sede ante Naciones Unidas, actualmente presidida por el arzobispo Celestino Migliore.
Frey Andrew Bertie concluyó auspiciando que la comunidad internacional se empeñe cada vez más en el respeto de la dignidad humana, con especial atención a la familia, a la condición femenina y la infancia.
La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Soberana Orden de Malta, tiene un carácter doble: es una de las más antiguas órdenes religiosas católicas, siendo fundada en Jerusalén alrededor del año 1050 (celebró el noveno centenario de su fundación oficial en 1999); al mismo tiempo, siempre ha sido reconocida por las naciones como un ente independiente de Derecho Internacional.
La Orden tiene más de 11.500 Caballeros y Damas.
La Orden mantiene relaciones diplomáticas plenas con 94 países a través de sus embajadas. Tiene el estatus de Observador Permanente ante las Naciones Unidas y la Comisión de la Unión Europea, y ante 16 organizaciones internacionales tales como la FAO y la UNESCO.
Las relaciones diplomáticas permiten que la Orden pueda intervenir con rapidez y eficacia en casos de desastres naturales o conflictos bélicos. Debido a su neutralidad, imparcialidad y carácter apolítico, la Orden puede actuar como mediadora cuando un Estado requiera su intervención para resolver una disputa.
Las actividades son financiadas principalmente por sus miembros y por donativos privados. La financiación de hospitales y actividades médicas varía en cada país y situación, y en algunos casos puede provenir de convenios concluidos con agencias oficiales sanitarias y sociales, siendo lo mismo en casos de los servicios de emergencia.
En los países en desarrollo, las actividades frecuentemente se sostienen mediante ayudas económicas concedidas por gobiernos, la Comisión Europea, y otras organizaciones internacionales. Otros fondos provienen de donativos o de ayudas de benefactores para las actividades de la Orden.
Después de la pérdida de la Isla de Malta, en 1834 la Orden se estableció en Roma, Italia. Sus dos sedes, que gozan de extraterritorialidad, son el Palacio de Malta, donde reside el Gran Maestre y se reúnen los Órganos de Gobierno, y la Villa Malta en el Aventino.
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