MOSCÚ, viernes, 20 enero 2006 (ZENIT.org).- La noticia de la expulsión de un sacerdote católico polaco de Bielorrusia por causas no aclaradas ha provocado preocupación entre la comunidad católica rusa y bielorrusa, cuyos sacerdotes son en buena parte extranjeros.

De acuerdo con un servicio informativo de «Forum 18» (13 de enero), organización que vigila los derechos en materia de libertad religiosa, las autoridades no han dado explicaciones sobre la expulsión del padre Robert Krzywicki, párroco de la iglesia del Espíritu Santo en Borisov, pequeña localidad a unos 60 kilómetros de Minsk.

«En mis sermones hablo de Cristo y las autoridades lo han visto como algo político», ha explicado el sacerdote al aclarar las razones de su expulsión.

Poco después de que en febrero de 2002 Juan Pablo II creara cuatro diócesis católicas en territorio ruso, las autoridades expulsaron a un obispo y varios sacerdotes católicos.

En Rusia, todas aquellas personas extranjeras que se dediquen a actividades religiosas en el país deben conseguir un visado especial, que no dura más de tres meses.

Al término de este tiempo se debe salir del país y realizar todos los trámites de nueva cuenta para ingresar a territorio ruso y obtener el registro legal de residencia, también, por ese mismo lapso.

Según un artículo publicado el 11 de enero por el portal ruso de información religiosa, «Credo.Ru», el arzobispo de la archidiócesis católica de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, expresó que «las interminables salidas a las que se ven sujetos los sacerdotes y religiosos extranjeros en Rusia, obstaculizan las actividades pastorales».

«Inclusive --prosigue monseñor Kondrusiewicz-- en la región de Kaliningrad (un pequeño territorio ruso ubicado entre Polonia y Lituania), el registro o permiso legal de residencia, que otorga el Ministerio de Asuntos del Interior a los sacerdotes extranjeros, no dura más de diez días».

De acuerdo al portal Credo.Ru, las comunidades católicas a diferencia de las luteranas en dicha región, atraen mucho más la atención por parte del gobierno y la Iglesia ortodoxa, que las luteranas aún y cuando éstas últimas han sobrepasado en influencia a las católicas.