BAGDAD, miércoles, 1 febrero 2006 (ZENIT.org).- El arzobispo de Kirkuk, monseñor Louis Sako, ha explicado que la comunidad cristiana iraquí está, «una vez más, convirtiéndose en una Iglesia de mártires» tras los atentados con coches bomba perpetrados contra los creyentes concentrados para la Misa de domingo del 29 de enero.

Al menos tres personas han muerto y más de 20 han resultado heridas a raíz de las explosiones que tuvieron lugar en seis iglesias de Bagdad y la ciudad septentrional de Kirkuk.

Describiendo el «sorprendente valor» de católicos, ortodoxos y protestantes, el arzobispo Sako asegura que los fieles «no van a permitir que se les expulse» de Irak con actos de agresión.

Tras presidir el funeral de Fadi Raad Elías, una víctimas de los atentados de 14 años de edad, el prelado reveló en una entrevista concedida a Ayuda a la Iglesia Necesitada que la gente acudió en masa a la catedral de Kirkuk para demostrar que ahora «están más comprometidos con el cristianismo que nunca».

Y añadió que para sus fieles fue un gran consuelo comprobar que muchos musulmanes habían asistido al funeral, incluso mujeres musulmanas, algo que, según aseguró, es muy poco habitual.

En la entrevista, el arzobispo informó de que había entregado el dinero de Ayuda a la Iglesia Necesitada a las familias en duelo con problemas para pagar el funeral y que carecen de lo más imprescindible, incluidas de viviendas.

«Estaban muy agradecidos. Para ellos, fue un importante gesto de solidaridad, porque demuestra que no están solos», explicó.