KÖNIGSTEIN, miércoles, 15 febrero 2006 (ZENIT.org).- No en los seminarios, sino en la crisis de la familia hay que situar la actual crisis de vocaciones en Rusia.

Es la constatación de monseñor Andrzej Steckiewicz, vicario general de la archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú.

En su reciente visita a «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (AIN) --cuya sede central está en la ciudad alemana de Königstein--, recalcó que la presente crisis rusa de vocaciones «no radica en los seminarios, sino en la familia», pues «donde no hay familia, no hay vocación».

Confirmó que actualmente «sólo hay unos 200 sacerdotes católicos en Rusia y un número similar de religiosas», según las declaraciones que difundió el lunes esta obra de Derecho Pontificio.

«Apenas hay rusos entre los sacerdotes católicos --añadió monseñor Steckiewicz--. Unos 50 jóvenes de todo el país se están preparando para el sacerdocio en el seminario de San Petersburgo».

Asimismo explicó que la literatura religiosa y la construcción de edificios eclesiales son prioritarias para la Iglesia católica rusa.

«La Iglesia católica ha declarado 2006 como Año de la Biblia. Nosotros estamos planeando la organización de exposiciones, conferencias y talleres sobre la Biblia en todas las diócesis. Además, queremos distribuir ejemplares de las Sagradas Escrituras entre el mayor número posible de hogares católicos», anunció.

«Otro problema --advirtió-- es que muchos de nuestros creyentes no tienen la posibilidad de rezar juntos porque carecen de iglesias o capillas».

De ahí que muchos católicos sigan reuniéndose para rezar «en casas de particulares, por lo que a menudo se les considera una secta. Nosotros estamos muy agradecidos por cualquier ayuda que nos asista en este ámbito», reconoció el vicario apostólico de la archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú.

AIN es una asociación internacional de ayuda pastoral. Anualmente ofrece apoyo financiero a más de 8 mil proyectos de todo el mundo. Con oración, alivio pastoral y asistencia material, el organismo ayuda a las Iglesias pobres y perseguidas, no sólo católicas.

Esta Asociación Internacional no recibe aportaciones oficiales de la Iglesia ni financiación pública. Mantiene su actividad gracias a la generosidad de más de 700 mil benefactores privados de todo el mundo.

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