El cardenal Sodano denuncia nuevas amenazas contra la vida en el continente americano

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 junio 2006 (ZENIT.org).- En un mensaje enviado en nombre de Benedicto XVI a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el cardenal Angelo Sodano ha denunciado las nuevas amenazas contra la vida humana en ese continente.

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El mensaje del purpurado fue presentado en el encuentro de esa institución, que se clausuró el 6 de junio en Santo Domingo.

La misiva se concentra en el tema que considera «primordial»: «la dignidad de la persona humana, el valor absoluto de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural».

«El Continente Americano tiene una tradición de respeto a la vida que se ve ahora amenazada por la presión de corrientes extrañas a su naturaleza», denuncia.

En varios países de América Latina, grupos de presión están promoviendo la legalización del aborto, a pesar de que en buena parte de esas naciones, de tradición católica, la constitución defiende la vida humana en todas sus fases.

En el ámbito de la tutela de la dignidad de la persona humana, el cardenal considera que es también «una prioridad favorecer las condiciones para que disminuya la violencia en sus diversas formas: terrorismo, ataques contra civiles inocentes, secuestros, amenazas, tráfico de droga…».

La carta pide también a los representantes de los 34 países de la Organización de Estados Americanos promover la familia, «basada en el matrimonio».

«Promover la familia es una tarea esencial para el desarrollo de la sociedad de todo el Continente –asegura el cardenal Sodano–. La familia es el lugar del aprendizaje, del conocimiento, de la formación básica del futuro protagonista de la vida social».

«Por eso la primera entidad que los Estados tienen que proteger y promover es la familia. El papel desempeñado por los padres es fundamental y no puede ser sustituido por el Estado u otra institución que es un complemento necesario y muy benéfico, pero no remplaza el rol primordial de los padres a quienes compete también elegir la forma de educación que quieren para sus hijos».

«Por supuesto, la familia no puede desempeñar adecuadamente su misión si no dispone de las condiciones materiales mínimas para ello».

En este contexto, el cardenal denuncia «la persistencia, a veces agravada, de la pobreza y del aumento de la desigualdad entre los más ricos y los más pobres».

«No se trata solamente de distribuir más adecuadamente lo que hay, sino de mejorar las condiciones de producción y de buscar nuevas modalidades de un desarrollo en paz y armonía para todos», propone, presentando la Doctrina Social de la Iglesia como aliada indispensable en este objetivo.

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ZENIT Staff

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