DEL EFECTO DOMINÓ AL EFECTO BLINDAJE
El Senado de los Estados Unidos acaba de debatir una enmienda a la Constitución federal que define heterosexualmente el matrimonio. Aunque no haya sido aprobada, supone una manifestación más del reflejo defensivo que se está generando frente al modelo de matrimonio homosexual. Las pocas leyes que lo admiten están produciendo consecuencias importantes en el marco del Derecho internacional. Más en concreto, han desencadenado un débil efecto «dominó» y un potente efecto «blindaje». Por el primero, países alejados de esa preocupación han visto debatido el tema en sus campañas electorales, aunque con juicio negativo global. Es el caso de Chile, México, Perú y algunos países del Este. Pero el «efecto blindaje» ha sido más potente que el «efecto dominó». Un claro ejemplo es la serie de medidas legales orientadas a defender internacionalmente el matrimonio heterosexual. Tiende así a «globalizarse» una especie de «cordón sanitario» defensivo frente al minoritario modelo de matrimonio homosexual.
En los propios EE.UU, treinta y siete estados han promulgado leyes definiendo expresamente el matrimonio como «unión legal de un hombre y una mujer». Diecinueve de estas leyes han sido aprobadas por referéndum. Siguieron así el ejemplo de la Ley Clinton de Defensa del Matrimonio que, a efectos federales, sólo concede vida legal al matrimonio heterosexual. Como en algún estado aislado (Massachussetts), la judicatura ha declarado inconstitucional este modelo, toda otra serie de ellos – concretamente 19 – han introducido enmiendas a sus Constituciones proscribiendo el modelo de matrimonio homosexual. La media de los referendos populares en esos estados arroja una mayoría entre el 60-70% de votantes favorables al modelo de matrimonio heterosexual. Incluso los senadores que han votado contra la enmienda federal no se han manifestado favorables al matrimonio homosexual. Han votado en contra de una enmienda a la Constitución «porque entienden que el matrimonio es una cuestión de los estados». Por su parte, otras zonas anglosajonas están dando marcha atrás. Tanto los gobiernos de Canadá como de Australia anuncian su intención de anular las leyes sobre matrimonios homosexuales vigentes en zonas de esos países.
Latinoamérica ha reaccionado también mostrando su oposición al matrimonio homosexual. Por ejemplo, Honduras ha modificado su Constitución para definir el matrimonio como “unión legal de hombre y mujer”. Guatemala ha aprobado una ley que impide reconocer en el país a los matrimonios homosexuales celebrados en el extranjero. El Tribunal Constitucional de Costa Rica hace unos días ha declarado inconstitucional el matrimonio entre personas del mismo sexo. Este mismo año, fui invitado por los Defensores del Pueblo mexicanos ( uno por estado, más el presidente de la Comisión federal de Derechos Humanos) para debatir este tema. Muy mayoritariamente – de izquierdas, derecha y centro – se mostraron adversos al matrimonio entre personas del mismo sexo. Algo similar está ocurriendo en las elecciones presidenciales de México. . Los candidatos peruanos – incluido el vencedor socialdemócrata Alan García – han manifestado opiniones parecidas. En fin, si estamos a sus declaraciones, la presidenta socialista Michelle Bachelet en Chile no parece muy partidaria de introducir el experimento.
El hecho de que en España el Tribunal Constitucional estudie la posible inconstitucionalidad de la aprobada ley de matrimonio homosexual no debe verse, pues, como algo excepcional. Probablemente es un reflejo interno de ese «efecto blindaje» que se observa externamente.