CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 10 junio 2007 (ZENIT.org).- El desarrollo no se garantiza con los recursos que proceden del exterior, depende sobre todo de la educación, recuerda el padre Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede.
En el editorial del ultimo número de «Octava Dies», semanario producido por el Centro Televisivo Vaticano, del que también es director, difundo por canales católicos de todo el mundo, analiza la cumbre de los siete países más industrializado y Rusia, celebrada del 6 al 8 de junio en Heiligendamm (Alemania).
El portavoz vaticano ve en esa reunión «algunas señales positivas para el futuro».
«No tanto en el campo de las medidas para detener el empeoramiento de las condiciones climáticas –aclara–, sino más bien en el de la relación más serena entre los Estados Unidos y Rusia, y en el de los compromisos para afrontar el hambre y favorecer el desarrollo de los pueblos».
«Los llamamientos en este sentido se habían multiplicado», recuerda, citando en especial el mensaje de los obispos de América Latina reunidos en Aparecida en el pedían una «economía mundial» a favor de «un desarrollo humano, ecológico y sostenible, basado en la justicia, la solidaridad y el bien común global».
El Papa, tras el intercambio de cartas de los meses pasados con la canciller alemana Angela Merkel, en donde insistía en la lucha contra la pobreza y las enfermedades y se declaraba a favor de la justicia y el comercio internacional, presentando las urgentes necesidades de África, dirigió este miércoles un nuevo llamamiento sobre otro de los grandes objetivos del milenio: «la educación primaria para todos».
«El verdadero desarrollo nunca será garantizado únicamente por recursos procedentes del exterior, ni podrá limitarse únicamente al bienestar material, sino que debe fundamentar su crecimiento en las personas, en su formación cultural, moral y social, en su capacidad para tomar las riendas de su futuro y de edificarlo responsablemente», explica el padre Lombardi.
«Sólo así será un desarrollo en la dignidad, sin nuevos colonialismos culturales e imperialismos económicos o políticos».
«La Iglesia lo sabe bien a causa de su experiencia en el campo educativo», dice el portavoz vaticano. «Y pide contar con la posibilidad de ofrecer su contribución en colaboración con los gobiernos y otras instituciones».
«Como había subrayado hace cuarenta años Pablo VI en la famosa encíclica “Populorum progressio”», concluye el editorial, «la visión cristiana de la persona ofrecer una orientación segura para el desarrollo integral de los pueblos. Hoy es una necesidad urgente, no menos que entonces».