CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 13 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha alentado a los creyentes a buscar en la Iglesia, y particularmente en sus vicisitudes históricas, la manifestación del amor de Dios y no simplemente «el escandalismo a todo coste». <br>
Fue la conclusión a la que llegó en la audiencia general de este miércoles en la que presentó la figura del primer historiador del cristianismo, Eusebio, obispo de Cesarea, en Palestina, fallecido en torno al año 339.
Al repasar junto a más de 20.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro pasajes de la «Historia eclesiástica» escrita por Eusebio el obispo de Roma mostró como con el relato el autor cristiano invitaba a «la conversión», y «a un auténtico testimonio de vida cristiana por parte de los fieles».
«De esta manera –añadió–, Eusebio interpela vivamente a los creyentes de todos los tiempos sobre su manera de afrontar las vicisitudes de la historia, y de la Iglesia en particular».
«Nos interpela también a nosotros –dijo preguntando–: ¿Cuál es nuestra actitud ante las vicisitudes de la Iglesia? ¿Es la actitud de quien se interesa por simple curiosidad, buscando el sensacionalismo y el escandalismo a todo coste?»
«¿O es más bien la actitud llena de amor y abierta al misterio de quien sabe por la fe que puede percibir en la historia de la Iglesia los signos del amor de Dios y las grandes obras de la salvación por él realizadas?», siguió interrogando.
«Si esta es nuestra actitud –respondió– tenemos que sentirnos interpelados para ofrecer una respuesta más coherente y generosa, un testimonio más cristiano de vida, para dejar los signos del amor de Dios también a las futuras generaciones».
La «historia» «que Dios realiza por el hombre, no la realiza sin Él», recordó el Papa. Por este motivo, indicó, «quedarse en la contemplación de las “grandes cosas” de Dios significaría ver sólo un aspecto de las cosas. Ante ellas está la respuesta».
Por este motivo, el Papa invitó a los creyentes «a sorprendernos al contemplar en la historia las grandes obras de Dios por la salvación de los hombres», sorpresa que a su vez lleva «a la conversión de la vida».
«De hecho, ante un Dios que nos ha amado así, no podemos quedar insensibles. La instancia propia del amor es que toda la vida se oriente a la imitación del Amado».
«Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para dejar en nuestra vida una huella transparente del amor de Dios», concluyó.
La meditación del Papa sobre Eusebio de Cesarea se enmarca en la serie de reflexiones que está ofreciendo en las catequesis de los miércoles sobre las grandes figuras de la Iglesia antigua.