Benedicto XVI viaja el domingo a Asís tras las huellas de san Francisco

En el octavo centenario de la conversión del fundador de los franciscanos

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 15 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI visitará este domingo la tumba de Francisco de Asís con motivo del octavo centenario de la conversión del santo fundador de los franciscanos (1181-1226).

El arzobispo Domenico Sorrentino, obispo de Asís, considera que esta visita será una peregrinación espiritual tras las huellas del «pobrecillo», «reviviendo las etapas más importantes de su conversión».

El Papa viajará en helicóptero desde el Vaticano hasta el santuario de Rivotorto, adonde llegará a las 8.30 a.m.

En este lugar santo, explica el arzobispo en una entrevista a «L’Osservatore Romano», le veremos «evocar lo que Francisco dice sobre los inicios de su conversión, marcada por el servicio a los leprosos».

A las 9.30, el Papa se recogerá en un momento de adoración ante el Santísimo Sacramento y de veneración del Crucifijo de San Damián, en la capilla de las monjas clarisas de la Basílica de Santa Clara en Asís.

En ese momento, sigue explicando el prelado, «se revivirá sobre todo el diálogo con el Crucifijo que cambiaría» la vida de san Francisco.

A las 11.00, en la plaza de San Francisco, ante la gran Basílica en la que se veneran sus restos mortales, tendrá lugar la concelebración, que servirá para subrayar «la dimensión eucarística particularmente evidente en la espiritualidad» de Francisco, sigue contando monseñor Sorrentino.

Al final de la misa, el Papa visitará en privado la tumba de San Francisco.

Después de almorzar, mantendrá a las 16.00 un encuentro con las monjas clarisas capuchinas alemanas en la sala capitular del Sacro Convento.

Poco después encontrará a los participantes en el capítulo general de la Orden Franciscana de los Hermanos Menores Conventuales, que acaba de elegir al padre Marco Tasca come nuevo ministro general, y a la comunidad del Sacro Convento en la Basílica Superior de San Francisco.

En una entrevista concedida a Zenit, el padre Tasca confiesa: «Es un gran signo de Dios que la visita de Benedicto XVI coincida con la conclusión de nuestro Capítulo General: normalmente era el Capítulo el que iba en peregrinación a prestar obediencia al Sucesor de Pedro, pero la Providencia ha querido regalarnos la presencia del Papa en nuestra casa, cerca del cuerpo del padre san Francisco».

«Esperamos con emoción sus palabras, que ciertamente iluminarán el camino de la Orden en el futuro próximo», añade.

Luego el obispo de Roma se dirigirá a la catedral de San Rufino, en el que se conserva la pila bautismal en la que Francisco se convirtió en hijo de Dios.

Allí tendrá lugar el encuentro con sacerdotes y religiosos que, según el obispo de Asís, «subrayará la llamada a la santidad, el sentido de la comunión, la belleza del misterio sacerdotal, por el que Francisco experimentaba una especial veneración».

A las 17.45 el Papa tiene previsto visitar en privado la Porciúncula, restaurada por san Francisco al descubrir su vocación que le llevaría a la fundación de la Orden franciscana (1209).

«Bajo la Basílica de Santa María de los Ángeles, donde se encuentra la Porciúncula, se sentirá palpitar el corazón mariano del franciscanismo», asegura el obispo.

«Allí el Papa presentará a los jóvenes de hoy a Francisco como ideal de vida», en el multitudinario encuentro que se celebrará en la plaza situada ante la Basílica de Santa María de los Ángeles.

La agenda del Papa prevé su regreso al Vaticano en helicóptero poco antes de las 20.00.

Al sintetizar el sentido de la visita papal, monseñor Sorrentino afirma: «Hoy se da una gran necesidad de volver a lo esencial. El mundo ha alcanzado resultados extraordinarios en sus posibilidades científicas, técnicas, económicas, y sin embargo sufre vistosas contradicciones, sobre todo la incertidumbre moral, la pérdida de valores, con el escepticismo deprimente, con la incapacidad de construir la fraternidad y la paz».

«Francisco muestra que la conversión a Jesucristo da sentido al hombre y a la historia. En su Testamento ofrece este testimonio: pasé de la amargura a la dulzura. Era el fruto de su abrazo a Cristo en el leproso. Francisco nos indica que en Jesús está el camino de la auténtica alegría», concluye.

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ZENIT Staff

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