CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 21 junio 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI manifestó su cercanía a los «sacrificios heroicos» de los cristianos en Irak al recibir este jueves en audiencia a Su Santidad Mar Dinkha IV, catolicós patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente.
«Hoy, trágicamente, los cristianos en esta región sufren tanto material como espiritualmente. En particular en Irak, la patria de tantos fieles asirios, las familias y comunidades cristianas sienten la presión creciente de la inseguridad, la agresión y el abandono», reconoció el Papa.
«Muchos de ellos no ven otra posibilidad que dejar el país y buscar un nuevo futuro en el extranjero», siguió denunciando.
«Estas dificultades son para mí fuente de gran preocupación y deseo expresar mi solidaridad a los pastores y fieles de las comunidades cristianas que permanecen allí, a menudo al precio de sacrificios heroicos».
«En estas áreas atormentadas, los fieles, tanto católicos como asirios, están llamados a trabajar juntos».
«Deseo y rezo para que encuentren maneras más efectivas aún para apoyarse y asistirse mutuamente por el bien de todos».
La Iglesia Asiria de Oriente fue fundada, de acuerdo con la tradición, por Tomás Apóstol en el siglo I. Ya a mediados del siglo II se habían establecido comunidades cristianas en el Imperio Parto, desde Mesopotamia hasta la India. Hacia el año 310 los obispos se organizaron bajo la dirección de un «catolicós» con sede en Ctesifonte, que apoyó las conclusiones trinitarias del Concilio de Nicea y un siglo después adoptó también el título de patriarca.
En el siglo V, la Iglesia del Oriente se inclinó hacia las formulaciones de la cristológicas de Diodoro de Tarso, Teodoro de Mopsuestia y Nestorio, cortando de este modo, cualquier vinculación posible con las iglesias del Imperio Romano y Bizancio. Al ser condenados los nestorianos por el Concilio de Éfeso (431) y posteriormente desterrados por el emperador bizantino Zenón (475), fortalecieron y multiplicaron las comunidades en Persia donde adquirieron influencia.
El Papa recordó que en varias ocasiones el patriarca de la Iglesia Asiria de Oriente se había encontrado con Juan Pablo II.
«La más significativa fue su visita de noviembre de 1994, cuando usted vino a Roma, acompañado de los miembros de su Santo Sínodo, para firmar una declaración común sobre cristología. Esta declaración incluía la decisión de establecer una Comisión mixta para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia asiria de Oriente».
Según constató el obispo de Roma, «la Comisión mixta ha emprendido un importante estudio sobre la vida sacramental en nuestras respectivas tradiciones y ha forjado un acuerdo sobre la Anáfora de los Apóstoles Addai y Mari»
«Me siento muy agradecido por los resultados de este diálogo, que prometen un ulterior progreso sobre otras cuestiones disputadas. De hecho, estos logros merecen ser mejor conocidos y apreciados, pues permiten formas de cooperación pastoral entre las dos comunidades».
La Iglesia asiria y la caldea (fiel a Roma) preservan la cultura y el idioma arameo.
Actualmente unas 400 mil personas pertenecen a la Iglesia Asiria del Oriente, 30 mil de las cuales viven en Trichur (Kerala) y otros lugares de la India, unos 100 mil en Irak (25 mil en la ciudad de Nohadra) y el resto en el Líbano, Siria, Irán, Australia, Europa, Canadá y principalmente en Estados Unidos.