ROMA, miércoles, 17 octubre 2007 (ZENIT.org).- La financiación estatal de los colegios católicos ha sido tema de acalorado debate de cara a las elecciones legislativas del 10 de octubre en la provincia canadiense de Ontario.
John Tory, líder del Partido Progresista Conservador de Ontario, planteaba el tema durante la campaña cuestionando por qué los colegios católicos en la provincia recibían financiación del estado mientras que los colegios de otras religiones no, informaba el periódico National Post el 25 de agosto.
Tory, que fracasó en su intento de ocupar el puesto del premier de Ontario del Partido Liberal, Dalton McGuinty, proponía extender la financiación pública a otras religiones, con un coste estimado de 400 millones de dólares canadienses (407 millones de dólares).
El artículo del periódico explicaba que la decisión de financiar los colegios católicos de la provincia se remonta a la Ley Constitucional de 1867, que estableció en Canadá dos sistemas de financiación pública de la educación: gubernamental y católico. Otras provincias han cambiado desde entonces su financiación educativa, pero no ha sido el caso de Ontario.
En respuesta a la propuesta de Tory algunos críticos propusieron simplemente eliminar cualquier financiación pública a los colegios religiosos. «La mejor forma de actuar sería simplemente eliminar la financiación pública de los colegios católicos de Ontario», opinaba el 6 de septiembre un editorial del periódico Globe and Mail.
El editorial se hacía eco de una crítica escuchada con frecuencia que dice: «Dado que luchamos por evitar la polarización de las minorías étnicas y religiosas, los gobiernos deberían contribuir a ello evitando animar a los chicos a interactuar únicamente con los miembros de su propia fe».
Una opinión apoyada por la Asociación de Libertades Civiles Canadiense en una carta abierta dirigida a la ministra de educación de Ontario, con fecha del 21 de septiembre, que decía: «La financiación pública de los colegios religiosos desviará recursos del sistema público y promoverá colegios privados a expensas de los colegios públicos».
Derechos de los padres
Los obispos católicos de la provincia tuvieron su opinión en este altercado, informaba el periódico Ottawa Citizen el 10 de septiembre. «La financiación pública de los colegios católicos reconoce que los padres tienen el derecho de elegir la educación de sus hijos, y que el estado les ayude», afirmaba una declaración pública del obispo de St. Catharines, Mons. James Wingle, presidente de la Conferencia Episcopal de Ontario.
«La primacía de los derechos de los padres en la educación es un valor que debería ponerse en práctica no sólo para los padres católicos, sino también para todos los demás», continuaba el prelado.
Los obispos también indicaron que «respetan y apoyan el deseo de los padres de otras comunidades religiosas a una educación religiosa en el sistema escolar público o en colegios alternativos que reflejen sus creencias y valores».
La educación de orientación religiosa fue también criticada recientemente en el Reino Unido por la columnista Zoe Williams, en un comentario escrito el 19 de septiembre en el Guardian. Su artículo se publicaba tras la decisión de los colegios católicos de Irlanda del Norte de disolver sus grupos de apoyo a Amnistía Internacional, debido a haber adoptado una postura favorable al aborto.
Williams acusaba a los cristianos de «seguir una agenda que horroriza», a través de sus colegios, y defendía que no deberían recibir ninguna financiación pública.
Previamente, la columnista de opinión del Times, Alice Miles, había expresado sentimientos similares. En un artículo el 23 de mayo, acusaba a las clases medias de utilizar los colegios religiosos «como una forma solapada de selección social y académica».
Selección basándose en la fe
No se debería permitir a los colegios a cargo de los anglicanos o de la Iglesia católica, sostenía Miles, que seleccionaran a los alumnos basándose en su fe, sino simplemente aceptando a cualquier que quiera entrar.
En Irlanda también ha surgido recientemente la cuestión del uso de criterios religiosos para seleccionar a los alumnos, informaba el periódico Irish Times el 15 de septiembre.
Contestando a las críticas a los colegios católicos, Mons. Leo O’Reilly, presidente de la comisión de educación de los obispos de Irlanda, declaraba que los colegios fueron fundados por la Iglesia para proporcionar educación católica a sus miembros.
Los padres tienen el derecho de educar a sus hijos en colegios católicos y, contribuyendo con sus impuestos a financiar la educación pública, no resulta injusto que los colegios religiosos reciban financiación del gobierno, sostenía Mons. O’Reilly.
El derecho de los padres a escoger qué clase de educación desean para sus hijos, añadía, se apoya en la Declaración Universal de Derechos Humanos, así como en la Convención Europea de Derechos Humanos.
Poco después, Mons. Sean Brady, arzobispo de Armagh, hablaba sobre el tema de los colegios religiosos en un discurso el 21 de septiembre con ocasión del lanzamiento de la página web del Consultative Group on Catholic Education.
En una época de confusión moral, sostenía, la educación católica defiende la dignidad de la persona humana y ofrecer una serie de valores basados en el Evangelio.
Etiquetar esta educación como motivo de división simplemente no es verdad, mantenía Mons. Brady. «La reconciliación, el amor al prójimo, el respeto por la diferencia: estos valores son intrínsecos a la educación católica porque son intrínsecos al mensaje de Jesús», afirmaba.
«No abandonamos a los niños a una postura del ‘lo que a ti te parezca’ ante la moralidad algo que se suele asociar a una educación meramente laica o de cuño estatal como se encuentra en otros países», añadía el arzobispo.
Valores católicos
Las ventajas de la educación católica son suficientes incluso para que un ateo haga un gran donativo, como explicaba un artículo el 23 de mayo en Bloomberg.com. Un gestor retirado de fondos de inversión, Robert W. Wilson, anunció que donaría 22,5 millones de dólares al arzobispado de Nueva York para financiar un programa escolar para los estudiantes necesitados de colegios católicos del centro de la ciudad.
«Seamos claros, sin la Iglesia católica romana no habría civilización occidental», afirmaba Wilson.
Sin embargo, los colegios católicos se enfrentan a desafíos en algunas zonas. En Washington, D. C., el arzobispo Donald Wuerl se propone dejar que 8 de los 28 colegios católicos dejen de serlo, debido a presiones económicas, informaba el 8 de septiembre el Washington Post.
El plan hará que los colegios pierdan su identidad religiosa, puesto que serán gestionados por un equipo laico. Mons. Wuerl declaraba que esta era la única forma de proporcionar educación para muchas familias de bajos ingresos.
Chicago está también haciendo frente a un momento de transición, como informaba un artículo en el Chicago Tribune el 11 de septiembre. Los colegios católicos de Chicago educan a 98.000 estudiantes, pero la responsabilidad de esta tarea depende ahora de laicos en vez de órdenes religiosas.
Citando datos de la National Catholic Education Association, el artículo observaba que mientras en los años cincuenta cerca del 90% del personal de enseñanza católico estaba formado por religiosos y religiosas, hoy hay sólo 206 religiosos enseñando en los colegios católicos de Chicago, el 4% de todo el personal.
Aumenta el número
Entretanto, los colegios católicos en Australia afrontan una situación diferente. Florecen los colegios privados, muchos de ellos católicos. Un artículo publicado el. 27 de febrero po
r Australian Associated Press informaba que el número de estudiantes en colegios independientes y católicos ha subido un 21,5% desde 1996.
En el mismo periodo, el aumento en los colegios del gobierno ha sido sólo del 1,2%. A finales del año pasado, el 66,8% de los 3,36 millones de estudiantes de colegios en Australia iban a escuelas del gobierno, por debajo del 70,7% de 1996.
A pesar del éxito numérico existe la preocupación de la identidad católica de los colegios de la Iglesia. El 8 de agosto los obispos de Nueva Gales del Sur y del Territorio de la Capital Australiana publicaron una declaración titulada «Catholic School at a Crossroads» (Los Colegios Católicos en la Encrucijada).
En ella, observaban que durante las últimas dos décadas la proporción de niños en los colegios que provienen de familias católicas no practicantes ha aumentado considerablemente. De igual forma, las inscripciones de no católicos son más del doble, pasando del 20% al 9%.
Los obispos animaban a los responsables de los colegios a que vieran la forma de maximizar las inscripciones de estudiantes católicos y también a trabajar para mantener la identidad religiosa de sus instituciones. El documento recomendaba un mayor espacio para la oración y la liturgia, junto con una sana educación religiosa.
Por el padre John Flynn, L. C.