Las bombas de racimo son inaceptables para la Santa Sede

Intervención en la sede europea de la ONU

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 29 enero 2008 (ZENIT.org).- La utilización de bombas de racimo, también en el ámbito militar, es inaceptable para la Santa Sede.

Así lo ha explicado el arzobispo Silvano Maria Tomasi, observador permanente ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, durante la sesión del grupo de expertos gubernamentales de los Estados que forman parte de la «Convención sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales que pueden considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados».

En su intervención, publicada este martes por la Oficina de Información de la Santa Sede, reconoció que «la experiencia nos muestra cómo la prohibición de ciertas categorías de armas en una negociación de buena fe con instrumentos internacionales nunca ha puesto en peligro la seguridad nacional de los Estados».

«El verdadero peligro se debe más bien al «super-armamento» y al hecho de confiar solo en las armas para garantizar la seguridad nacional e internacional», añadió.

«El desarrollo, la confianza recíproca, la prevención, la creación de las condiciones de una vida digna son parámetros sin los cuales no puede haber seguridad ni estabilidad», dijo.

Por este motivo, aseguró, «la afirmación de la necesidad militar de las bombas de racimo nos parece inaceptable».

«¿Por qué desde que se utilizaron por vez primera las bombas de racimo no se han respetado las reglas del derecho humanitario internacional, sobre todo la de la distinción entre civiles y militares?», preguntó.

<p>Además, denunció, «invocar las exigencias financieras para rechazar o aplazar» el uso de estas armas, «nos parece inaceptable si se tiene en cuenta seriamente la importancia de los presupuestos militares» de los países que ofrecen esta excusa.

Monseñor Tomasi recordó las palabras Benedicto XVI, en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, (7 de enero de 2008), con las que alentó «la adopción de medidas apropiadas… para afrontar el problema humanitario planteado por las bombas de racimo».

El prelado explicó también que el secretario de la Santa Sede para las relaciones con los Estados, el arzobispo Dominique Mamberti,  confirmó esta posición ante la asamblea general de las Naciones Unidas, el 1 de octubre, afirmando que «una respuesta rápida al problema de las bombas de racimo se convierte en un imperativo ético, teniendo el cuenta el elevado precio en vidas humanas, en su mayoría civiles y sobre niños».

Las bombas de racimo («cluster munitions», en inglés) son un tipo de arma que ha matado a gran cantidad de civiles, con efectos frecuentemente indiscriminados, y que se encuentra almacenada en grandes cantidades en más de 70 países.

Las bombas de racimo contienen un dispositivo que, al abrirse, libera un gran número de pequeñas bombas. Estas «sub-municiones» causan diferentes daños, como la perforación de vehículos blindados con su carga explosiva, hieren o matan al mayor número de personas posible con sus fragmentos de metralla, o provocan incendios…

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ZENIT Staff

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