923 millones de hambrientos en un mundo que despilfarra comida

Cáritas apoya la campaña “Derecho a la alimentación. Urgente”

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MADRID, jueves 16 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se ha celebrado el 16 de octubre, la Campaña «Derecho a la alimentación. Urgente» denuncia que 923 millones de personas pasan hambre y desnutrición en todo el mundo.

Setenta y cinco millones más que el año pasado, pese a que el mundo es más rico que nunca y que las cosechas de 2007 han batido récords, según denuncia Cáritas España en un comunicado recibido por Zenit.

«El número de personas hambrientas ha pasado, en el último año, de 854 millones de personas a 923 millones», explica el informe.

Detrás de este incremento está la subida del precio de los alimentos, que fue, de media, del 52% entre 2007 y 2008. Algunos productos básicos como el arroz sufrieron un incremento de más del 200%.

El aumento de los precios de los alimentos no se debe a la falta de producción, ni a la reducción de las cosechas por el cambio climático o a la influencia de los agrocarburantes: las cosechas de 2007 han batido récords mientras que la producción de carburantes de origen vegetal compite con la de productos alimenticios en el uso de los recursos –agua, tierra, semillas– pero no provoca el descenso de la producción.

«Las razones del incremento de precios, por tanto, hay que buscarlas en las políticas agrarias de las últimas décadas, centradas en la rentabilidad comercial de los alimentos, en lugar de en garantizar el derecho a la alimentación, y en la especulación financiera en mercados de futuro y fondos de inversión con los productos alimenticios», afirma Cáritas.

«Gracias a las recetas de las instituciones financieras como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, en los años 80, la agricultura dejó de ser una prioridad para la mayoría de los países en desarrollo, que abandonaron los cultivos orientados a la alimentación de la población en aras de la producción destinada a la exportación», explica la institución de caridad católica.

«Los países industrializados, mientras tanto, aprobaban programas millonarios de subsidios agrarios para su agricultura, lo que permitía la comercialización a precios más baratos de sus productos. Países que históricamente eran productores de alimentos se convirtieron en importadores netos de alimentos subsidiados, lo que, unido a la falta de inversión en tecnología, sistemas de riegos, capacitación, infraestructuras… terminó por hundir las agriculturas locales».

Especulación con alimentos

«En los últimos años, los avatares financieros de las Bolsas internacionales han dirigido las inversiones de nuevo hacia las materias primas, que se han convertido en valores seguros con los que especular. Para protegerlos, se han puesto en marcha medidas como la restricción de las exportaciones, el producto circulante se ha reducido cada vez más ante la misma demanda y, por tanto, los precios han aumentado», dice Cáritas.

«Cuando tres de cada cuatro personas que pasan hambre, el 75% de los hambrientos, son trabajadores del mundo rural, es decir, productores de alimentos, y se generan alimentos para el doble de los habitantes que actualmente hay en el planeta, se evidencia que la violación del derecho a la alimentación es un problema de acceso a los productos y recursos suficientes y adecuados para satisfacer las necesidades alimenticias de todos los habitantes del planeta».

Recomendaciones

En esta situación, la campaña «Derecho a la alimentación. Urgente» apoyada por Cáritas hace estas recomendaciones.

– «Países con crecimiento económico sostenido no han conseguido mejorar sus datos de desnutrición porque luchar contra la pobreza no implica, necesariamente, luchar contra el hambre. Afrontar la violación del derecho humano fundamental a la alimentación requiere medidas específicas, que deben tomarse en el marco jurídico y político de los derechos humanos».

– «La crisis alimentaria debe verse como una oportunidad para examinar la situación alimentaria mundial, hacer un diagnóstico en un contexto de cambio climático y crecimiento demográfico importante y, a partir de ahí, establecer una «hoja de ruta» desde la soberanía alimentaria que incluya las dimensiones social, política, ambiental y nutricional de la alimentación».

– «Aunque la FAO identifique la bioenergía y el cambio climático como los principales retos que afronta la seguridad alimentaria mundial, el reto está en decidir qué, para qué, para quién y cómo se quiere producir. El resto son circunstancias que afrontar como fueron otras en el pasado».

-«El fin del hambre precisa del regreso a políticas agrarias diseñadas en función de las necesidades de la población y con la participación de los agricultores, respetuosas con el medio ambiente y que no tenga por objetivo final el comercio sino la realización del derecho a la alimentación de las personas».

Para más información: www.derechoalimentacion.org

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ZENIT Staff

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