CIUDAD DEL VATICANO, viernes 24 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- La intervención del Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en el Sínodo de los Obispos, marca un hito ecuménico sin precedentes pues su magisterio está siendo acogido por la Iglesia católica, constata el representante de la Iglesia Ortodoxa de Grecia ante la asamblea sinodal.
El archimandrita Ignatios [Moysis Sotiriadis], consejero de la Representación de la Iglesia de Grecia ante la Unión Europea, en esta entrevista concedida a ZENIT, hace un balance del impacto que el patriarca ha tenido en la asamblea de obispos católicos del mundo sobre «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia».
–Usted está participando en todo este Sínodo. ¿Cuáles son los comentarios que ha podido recoger de los padres sinodales sobre la homilía que pronunció el patriarca ecuménico el 18 de octubre en la celebración de las Vísperas junto a Benedicto XVI?
–Archimandrita Ignatios: Ante todo, me siento orgulloso al ver a Su Santidad, el Patriarca ecuménico Bartolomé, en la Capilla Sixtina, donde se elige a los papas, famosa también por su valor artístico a nivel mundial, pues considero un grandísimo honor la invitación del Papa Benedicto al «primus inter pares» de la Iglesia Ortodoxa.
El evento fue acogido por los padres sinodales, todos estaban presentes, como un verdadero momento de «gracia» y así lo ha recogido en el mismo título de primera página»L’Osservaore romano», el diario vaticano.
El patriarca hizo referencia en su homilía a la interpretación de la Palabra de Dios-Verbo divino, según la enseñanza y los escritos de los Padres de la Iglesia. Fue una homilía magistral, pues presentaba la posición de la Iglesia Ortodoxa sobre el argumento, inspirada en la riqueza de la espiritualidad oriental y ortodoxa.
Se trata de un evento histórico el que un Papa celebre las vísperas ante los representantes de todo el episcopado católico y que en esa ocasión no ejerza su ministerio de maestro, sino que lo conceda al segundo obispo de la Iglesia cuando ésta todavía no estaba dividida.
Lo que más me impresionó fueron las palabras del pontífice al concluir la homilía del patriarca, acogida por un largo aplauso: «si tenemos padres comunes, ¿cómo no podemos ser hermanos?».
–Los padres sinodales han comentado la meditación del patriarca. En particular, ha impresionado el pasaje en el que explicaba cómo «ver» la Palabra de Dios a través de los iconos, expresión de la Encarnación de Dios, y en la Creación, subrayando la importancia de su protección, como respeto del Logos divino?
–Archimandrita Ignatios: El patriarca ecuménico es conocido por su pasión y su compromiso incansable a nivel ecológico y los padres sinodales han apreciado mucho su contribución sobre un argumento de la máxima importancia y actualidad, en el que la Iglesia debe ser protagonista.
–Pero la gran novedad, quizá, no ha sido la intervención del Patriarca, sino la voluntad del Papa, expresada al final de las Vísperas, de incluir las propuestas del Patriarca en las propuestas sinodales, una iniciativa que parece haber sido acogida por los padres sinodales. De este modo, por la primera vez en la historia, el magisterio de un patriarca ecuménico podría ser acogido por el magisterio oficial de la Iglesia católica en la exhortación apostólica postsinodal…
–Archimandrita Ignatios: Cuando estamos unidos en la Palabra de Dios nuestro camino nos lleva inevitablemente hacia la segunda etapa, que es la unidad plena, es decir, la común celebración eucarística. Pero esto no se logrará tanto con los esfuerzos humanos sino por por el soplo y la voluntad del Espíritu Santo.
–Pero quienes esperan esta unidad a veces la ven algo lejana…
–Archimandrita Ignatios: El alejamiento de la Iglesia Oriental y Occidental tuvo lugar en el transcurso de varios siglos, no fue un hecho aislado, en el año 1054, sino que fue un largo proceso cultural, lingüístico… Creo que el reencuentro tendrá lugar del mismo modo, siguiendo un camino paulatino. Nos alejamos lentamente y lentamente nos uniremos. Pero no nos corresponde a nosotros hablar de fechas.
Lo que es cierto es el deseo de la Iglesia ortodoxa de que la Iglesia de Roma se desprenda de su poder temporal y se dedique totalmente a su misión espiritual para la transformación del mundo.
Por Jesús Colina