Dolor del Sínodo por la sangre derramada en los Grandes Lagos (África)

Carta de la asamblea a los obispos de los países afectados

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CIUDAD DEL VATICANO, martes 20 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- Los participantes en el Sínodo de África han enviado una carta para expresar su dolor por la violencia que en estos días ha flagelado a la región africana de los Grandes Lagos, expulsando a miles de personas de su tierra.

En nombre de la asamblea sinodal, sus presidentes delegados y el secretario general han enviado una carta de solidaridad a los presidentes de las conferencias episcopales de Sudán, Uganda, Chad, República Democrática del Congo y República Centroafricana.

Los padres sinodales explican que en estos días de asambleas han sabido que en las diócesis situadas en la región de los Grandes Lagos «perduran acciones bélicas que producen destrucción, violencias, muerte entre la población inocente».

«Para salvar la propia vida, cientos de miles de personas han sido obligadas a abandonar sus propias casas y refugiarse en los países limítrofes en condiciones de extrema precariedad», afirma la misiva.

«No faltan, además, fenómenos preocupantes de niños soldado, huérfanos, mutilados de guerra y personas con graves problemas de salud física y psíquica», añaden los padres sinodales.

«Frente a esta dramática situación», los participantes en el Sínodo, «reunidos bajo la presidencia del Santo Padre Benedicto XVI, expresamos la más viva comunión fraterna a los obispos de las diócesis involucradas en tales inhumanos sufrimientos, padecidos por la población inocente».

«Al mismo tiempo, nos dirigimos a todas las partes involucradas para implorarles que, cuanto antes, el lenguaje de las armas sea sustituido por el del diálogo y de las negociaciones», añade el documento.

«Con el diálogo, en el respeto recíproco y en la paz, todos los problemas se pueden resolver. La guerra, en cambio, hace que todo sea más difícil y en particular trata de transformar a los hermanos en enemigos que hay que eliminar», afirman.

«Fortificados por el Espíritu Santo, Espíritu del Señor Jesús resucitado, nosotros los padres sinodales confirmamos el valor sacro de cada vida humana. El mandamiento ‘no matarás’ no forma parte solamente del Decálogo, revelación de Dios recogida en la Biblia, sino de la ley inscripta en el corazón de cada hombre que llega a este mundo».

«No es lícito matar inocentes por cualquier motivo social, político, étnico, racial o religioso. La sangre de los inocentes grita a la venganza frente a Dios que, tarde o temprano, deberá juzgar también a aquellos que han manchado sus manos con la sangre de los pobres, que son los privilegiados de Dios», añade la misiva.

El Sínodo, reunido en Roma para reflexionar sobre la reconciliación, la justicia y la paz, implora «con la intercesión de todos los santos nacidos en África, el don de la paz para que se pueda instaurar la justicia allí donde ha sido gravemente ultrajada y los corazones se abran a la gracia de la reconciliación con Dios y con el prójimo, no solamente en la región de los Grandes Lagos, sino en toda África».

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ZENIT Staff

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