En la pastoral de los gitanos, integración pero sin homologación

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El secretario general de los obispos europeos en el Vaticano

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ROMA, viernes 5 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- La Iglesia debe desarrollar una pastoral específica para los gitanos, promover acciones educativas para profundizar el conocimiento, según dijo este martes el padre Duarte da Cunha, secretario general del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), en el Encuentro de los directores nacionales de la Pastoral de los Gitanos en Europa, celebrado hasta ayer en El Vaticano, titulado “Solicitud de la Iglesia hacia los Gitanos: situación y perspectivas”.

Al inicio de su intervención, el secretario general del CCEE destacó los tantos prejuicios y temores ligados a los gitanos, nacidos a menudo de la ignorancia pero algunas veces también de sus actitudes y que llevan así mismo a su marginación.

Sin embargo, advirtió, “si vivir aislado no es bueno, no significa que se deba ser completamente absorbido por la cultura dominante. En realidad, sin embargo, muchas medidas promovidas por los diversos entes públicos tienen tendencia homologadora”.

“Se piensa en el ‘diferente’ como un problema y se prefiere alejarlos o forzarles a ser como todos los demás”, dijo.

En este ámbito, la Iglesia Católica tiene “la posibilidad de integrar al diferente, con culturas e incluso tradiciones y ritos propios, en una misma unidad de amor donde cada uno y cada comunidad mantenga y reavive su identidad propia”.

En este sentido, subrayó sin embargo, “si se quiere verdaderamente ayudar y evangelizar, se debe amar y educar en el amor para poder integrar sin absorber. Sólo así los romaníes se sentirán al mismo tiempo plenamente insertos en la sociedad, y reconocidos y valorados por lo que tienen de propio”.

Hablando luego de las cuestiones más importantes afrontó la de la educación: “Sin una cierta instrucción y sin la ayuda de escuelas será difícil romper con un cierto círculo de pobreza que, sin embargo, no significa romper con el estilo de vida tradicional”.

En su opinión, las escuelas podrían incluso “ser un medio para profundizar muchas cosas como, por ejemplo, la música, de acuerdo con la especificidad de la comunidad. En efecto, en algunos casos se ha visto que la pobreza puede ser vencida con una mayor instrucción sin que por esto haya una negación de las tradiciones”.

Sin embargo, es justo, en el respeto del principio de subsidiariedad, defender “la libertad y la responsabilidad de los padres, que son también los más competentes para educar en el amor. Por tanto toda ayuda educativa, como las escuelas, debe estar siempre en conformidad con los principios y valores de los padres y de su tradición”.

Por lo que se refiere, en cambio, a la educación y la formación de la fe, para el secretario general del CCEE, “las parroquias pueden y deben […] emprender acciones especiales para los romaníes”.

“Hay, de todos modos, también algunas ventajas para los niños romaníes en los grupos de catecismo junto a los otros niños, porque el estar juntos, no significa homologar y puede ayudar tanto a los unos como a los otros a ser amigos y a vencer los citados prejuicios”, observó.

El padre Duarte da Cunha invitó a huir de “una lógica de asistencia”, para “promover, también en el campo de la pastoral, la colaboración con los mismos romaníes, especialmente con algunos de sus líderes”.

“Hay un lenguaje, un modo de actuar y una estructura jerárquica que debe ser respetada si se quiere verdaderamente ayudar sin absorber”, explicó.

“Será también interesante que haya vocaciones consagradas entre los gitanos, o catequistas y líderes cristianos de origen romaní”, añadió. Y en efecto, “algunos grupos religiosos, no necesariamente católicos, han visto su influencia entre el pueblo romaní crecer porque hay pastores romaníes”.

De igual importancia es también el hecho de tener “sacerdotes, religiosos u otros agentes pastorales dedicados exclusivamente o al menos con un encargo claro respecto a ellos”, dotados de “gusto y entusiasmo contagioso” y deseosos de entrar en la vida concreta del grupo de los romaníes a través de “una sincera amistad”.

Esto no significa sin embargo dejar todo a la improvisación y por el contrario, en el respeto del itinerario de cada parroquia, es necesario que “los pastores y los consejos pastorales diocesanos y parroquiales estén atentos a todas aquellas personas que están en tránsito o que adquieren una morada permanente y son de una etnia específica”.

El padre Duarte da Cunha subrayó la “gran sensibilidad religiosa” de estos pueblos ligada a menudo “al profundo sentido de familia y de relación con los antepasados”, capaz por tanto “en un mundo secularizado e individualista como el nuestro” de aportar “una perspectiva de vida en la que Dios no es remitido a un cielo distante”.

“En este sentido –añadió–, se ve que en muchos países, para valorar y alimentar la religiosidad de los romaníes se organizan peregrinaciones que son para ellos una experiencia fundamental y que fortifican tanto la dimensión religiosa como la fe propiamente dicha. Es por tanto importante promover estos momentos y tener el apoyo de los santuarios”.

Por lo que se refiere a los aspectos ligados a la celebración litúrgica, añadió, “la Iglesia debería ser capaz de inculturarse, sin hacer fantasías litúrgicas” y entonces “¿por qué no integrar algunos aspectos de la cultura romaní en las celebraciones en las que ellos participan, como por ejemplo el uso de instrumentos musicales?”.

“En algunos países esto se ha hecho ya con gran éxito –concluyó–. Esto tendrá todavía más razón de ser en las ocasiones especiales en las que participa toda la familia como el bautismo de los niños o los funerales”.
 
Por Mirko Testa, traducido del italiano por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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