Mensaje de los obispos al pueblo paraguayo

Ante el Bicentenario de la Independencia Nacional

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ASUNCIÓN, martes, 16 marzo 2010 (ZENIT.org).- Los obispos y religiosos de Paraguay se han reunido para reflexionar sobre la Misión Continental Permanente en el país. En este contexto realizaron una reflexión sobre la celebración del Bicentenario de la Independencia Nacional que se ha plasmado en un mensaje al pueblo paraguayo.

Sobre la Misión Continental, fruto de la Conferencia de Aparecida, los obispos y religiosos, afirma el mensaje de fecha 12 de marzo, “en sincera comunión eclesial hemos reflexionado y anotado orientaciones que nos impulsen a realizar este gran emprendimiento, llevando a la práctica las ya conocidas cinco líneas prioritarias de acción pastoral: comunión, coherencia de vida, evangelización, formación integral, familia y juventud”.

En cuanto al Bicentenario, afirman sentirse “comprometidos en buscar el sentido profundo de este acontecimiento”, “para encontrar en el corazón de la historia los dinamismos que nos proyecten hacia una Patria que necesita de patriotas y líderes imbuidos de un auténtico amor al Paraguay, que nos necesita y cuenta con las mejores disposiciones y cualidades de cada ciudadano y cristiano para construir una Nación, libre y soberana”.

“Preparémoslo –exhortan- con una visión de futuro que aliente a la esperanza, principalmente para aquella porción de nuestro pueblo que sufre y carece de las condiciones apropiadas de una vida digna”.

En este sentido, los obispos consideran “prioritaria la atención a la Educación de calidad y para todos, con un cambio substancial del sistema educativo actual que garantice la formación de la persona humana y promueva un desarrollo integral indispensables para fortalecer la identidad nacional, dentro del concierto de las naciones”.

A este respecto manifiestan su preocupación “por las orientaciones de una educación sexual que contradice los principios fundamentales de la naturaleza humana y afirmamos una vez más la obra de la creación del hombre como varón y mujer, y que en el matrimonio vive responsablemente su sexualidad abierta a la vida”.

“Es un deber del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo plasmar esta prioridad para realizar desde la educación la urgente transformación de las condiciones de pobreza y marginación en las que se encuentra el país. Una educación de calidad garantizaría el desarrollo sustentable personal y social de todos los ciudadanos. Como Iglesia nos sentimos interpelados a dar una mayor relevancia a la pastoral de la juventud y vocacional, para hacer surgir nuevos discípulos misioneros de Jesucristo”.

De igual manera hacen “un llamado insistente a toda la población a fin de acompañar con una colaboración efectiva los esfuerzos realizados en el campo de la salud para todos, en especial para los excluidos”.

Insisten “en la implementación de una Reforma Agraria integral que produzca resultados benéficos para todo el país. La tierra es don de Dios para la vida de todos. Que se ponga especial atención para lograr una justa distribución de tierras, también al acompañamiento técnico y financiero de los pequeños y medianos productores. Esto posibilitará el desarrollo sustentable de la población campesina”.

Añaden a esta necesidad “la urgencia de crear fuentes de trabajo sin postergación. El trabajo dignifica al hombre y le permite colaborar con Dios en la creación. Sólo así se podrá disminuir la pobreza reinante y la emigración interna y externa de jóvenes y adultos, especialmente de mujeres, si se toman cuanto antes las medidas adecuadas”.

Otra urgencia afín al desarrollo sustentable del pueblo, afirman, “es la impostergable sanción parlamentaria de la aplicación de la Ley del Impuesto a la Renta Personal (IRP). Su cumplimiento en conciencia social y justicia, traerá beneficios no sólo organizativos de todo el sistema económico administrativo del país, sino que también, contribuirá a la formalización de la economía, a eliminar la corrupción administrativa y potenciará los recursos económicos para beneficio de toda la población nacional. Es justo que el que tiene más, tribute más”.

La familia, subrayan, “es la primera educadora de la paz y de la convivencia social, juntamente con su vocación de educadora de la fe de sus hijos. Tenemos conciencia de que la seguridad es fruto de la confianza dentro de la familia, la vecindad y la solidaridad entre vecinos. Ésta se cultiva en la educación ciudadana y escolar y se expresa en las buenas relaciones interpersonales y sociales. En especial, las comunidades de base, las capillas, como las comisiones vecinales, deben colaborar responsablemente con el servicio ciudadano en estrecha cooperación con el Estado”.

“Todas las instituciones estatales –añaden- tienen el deber de garantizar la seguridad y la protección de todos, previniendo asaltos, robos y secuestros y potenciando una acción concreta, pronta y eficaz a favor del orden público y la paz”.

Y concluyen exhortando a caminar hacia el Bicentenario “elevando agradecidos el corazón al Señor de la Vida y de la Historia en vísperas de tan magna celebración. Hagamos el propósito firme, personal y social, de construir esta tierra paraguaya, a la que amamos como a nuestra casa común y así como cantamos en el Himno Nacional. Continuemos imitando el coraje de los Próceres de la Independencia, que nos dieron el ejemplo de unir Dios y Patria”.

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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