CIUDAD DEL VATICANO, domingo 21 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI invitó a todos los fieles a “redescubrir el Sacramento de la Reconciliación”, al comentar el evangelio de este domingo de Cuaresma, al introducir el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro.
“Dios desea para nosotros solo el bien y la vida. Él provee a la salud de nuestra alma por medio de sus ministros, liberándolos del mal con el Sacramento de la Reconciliación, para que ninguno se pierda, sino que todos tengan la manera de convertirse”, afirmó.
En este sentido, exhortó especialmente a los sacerdotes a “imitar al Santo Cura de Ars en el ministerio del Perdón sacramental, para que los fieles redescubran su significado y su belleza, y sean curados por el amor misericordioso de Dios, el cual nos empuja hasta abandonar voluntariamente el pecado, además de perdonarnos».
Antes de la oración mariana, el Papa comentó el evangelio, el pasaje de Juan sobre el juicio de la mujer adúltera, a quien la ley mosaica condenaba a ser lapidada.
Los fariseos y escribas “pidieron a Jesús que juzgara a la pecadora con el fin de ponerle a prueba y de empujarle a dar un paso en falso”, explicó el Papa. “Los acusadores hipócritas, de hecho, fingen confiarle el juicio, mientras que en realidad es precisamente a Él a quien quieren acusar y juzgar”.
Pero Jesús, añadió, “sabe lo que hay en el corazón del hombre, quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador, y desenmascarar la hipocresía”.
En este sentido, explica el misterioso gesto de Jesús en este conocido pasaje evangélico, de sentarse y escribir con el dedo en la tierra.
Ese gesto “muestra a Cristo como el legislador divino: de hecho, Dios escribió la ley con su dedo en tablas de piedra. Jesús es por tanto el Legislador, es la Justicia en persona. ¿Y cuál es su sentencia? ‘Quien de vosotros esté sin pecado, que le tire la primera piedra’”.
“Estas palabras están llenas de la fuerza desarmante de la verdad, que abate el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia más grande, la del amor”, subrayó el Papa.
El Pontífice concluyó instando a los presentes a “aprender del Señor Jesús a no juzgar y a no condenar al prójimo. Aprendamos a ser intransigentes con el pecado – ¡empezando por el nuestro! – e indulgentes con las personas”.
[Por Inma Álvarez]