Los cristianos tienen el desafío de hacer florecer la aridez en Tierra Santa

Asegura el cardenal Foley con motivo de la investidura de nuevos caballeros y damas del Santo Sepulcro

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ORISTANO, domingo, 12 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Los cristianos tienen el desafío de hacer florecer la aridez en Tierra Santa, apoyando el testimonio de los discípulos de Cristo en los Santos Lugares, aseguró este domingo el Gran Maestro de la Orden del Santo Sepulcro.

Con este espíritu, el cardenal John P. Foley invitó, en la catedral de Oristano, en la isla de Cerdeña, a hacer en la Navidad un regalo a nuestra Iglesia en Tierra Santa.

Su llamamiento tuvo lugar con motivo de la primera misa de investidura de 25 caballeros y 4 damas del Santo Sepulcro, pertenecientes a la nueva Lugartenencia de Cerdeña, nacida en el año 2010.

Los cristianos, y en particular los caballeros y damas del Santo Sepulcro, dijo el purpurado en la homilía, tienen «la responsabilidad de hacer florecer el desierto, de ayudar a nuestros hermanos y hermanas de Tierra Santa, sucesores de los primeros seguidores de Nuestro Señor, a seguir viviendo en esa tierra del Señor, la tierra que nosotros llamamos santo».

«Podemos concretamente ayudar a nuestros hermanos y hermanas con escuelas, con iglesias, con campamentos para niños, con un seminario sólido… De este modo, les podemos ayudar a quedarse allí para que sigan dando testimonio de la Buena Noticia traída por Jesucristo en la que él nació, vivió, murió y resucitó».

Los hermanos y hermanas cristianos, dijo el purpurado estadounidense, son «piedras vivas» de Tierra Santa, y reconoció «la dramática realidad de la vida cotidiana en esos lugares, con todos los inconvenientes y humillaciones sufridas cada día por los habitantes de Jerusalén Este y de los territorios ocupados de Palestina».

«En este período precedente a la Navidad, todos pensamos en hacer regalos. Pensad en hacer un regala a nuestra Iglesia en Tierra Santa», propuso a la Lugartenencia, sugiriendo que se destine a Belén, «a los hospitales católicos, a los niños, pensando en Jesús, nacido por nuestra salvación, por nuestra santificación».

La Orden, ayer y hoy

La Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén tiene sus orígenes en Godofredo de Bouillón, en 1098. Su objetivo fue primordialmente proteger el Santo Sepulcro con la ayuda de 50 caballeros.

La Orden hoy tiene por objetivo incrementar entre sus miembros la práctica de la vida cristiana con fidelidad absoluta al Sumo Pontífice y de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, observando como fundamento los principios de la caridad, que para la Orden son un medio fundamental para su ayuda a la Tierra Santa.

Busca asimismo sostener y ayudar las obras y las instituciones caritativas, culturales y sociales de la Iglesia Católica en Tierra Santa, particularmente de aquellas situadas en el Patriarcado Latino de Jerusalén con el cual la Orden mantiene lazos tradicionales.

Hoy cuenta con 53 lugartenencias, coordinadas por un lugarteniente general laico, y guiadas espiritualmente por un gran maestro. Hoy está compuesta por más de 25 mil miembros esparcidos por el mundo.

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ZENIT Staff

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