Crónicas de Narnia, la lucha contra la tentación y el triunfo del bien

Se encuentra en cartelera la película La travesía del viajero del alba

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ROMA, viernes 24 de diciembre de 2002 (ZENIT.org) Luego de dos años y medio se estrenó recientemente en España y en varios países de América Latina la tercera película de la saga de Las crónicas de Narnia, con La travesía del viajero del alba, basada en la obra del escritor británico C.S. Lewis. 

Esta vez Walt Disney ha abandonado el proyecto de la producción de las películas de Narnia debido a la pobreza de la taquilla en El príncipe Caspian y ha sido tomado por Fox y Walden Media. Se ha respetado el orden de publicación que es diferente al orden cronológico que presentó el autor en los siete libros que componen esta saga.

El nuevo director de esta tercer película es Michael Apted –Gorilas en la niebla (1988), Una mujer llamada Nell (1994), Amazing Grace (2006). Se trata de una adaptación más fiel al libro, hecho que no logró la anterior película. Quizás por ello el poco éxito que tuvo.

Tras las aventuras vividas en El león, la bruja y el armario (2005), y luego de El príncipe Caspian (2008) los hermanos Edmund y Lucy Pevensie, dejan de nuevo la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial y regresan a Narnia.  

Esta vez sus otros dos hermanos, Susan y Peter no los acompañan. En cambio, sí lo hace el engreído, malcriado y escéptico primo Eustace, en contra de su voluntad. Entran a este mundo lleno de fantasía por medio de una pintura ubicada en la habitación del primo. Llegan al barco El Viajero del Alba o Explorador del Amanecer (perteneciente al rey de Narnia Caspian X) en un viaje hacia el fin del mundo.

Tras reencontrarse con el rey Caspian, y al ratoncito Reepicheep, los hermanos Pevensie conocen al capitán Lord Drinian. Y tendrán un nuevo reto: deberán rescatar o al menos saber dónde están los siete lores, quienes años atrás han sido expulsados por el usurpador de Narnia, Miraz, tío de Caspian. 

Por ello deberán ir a la Isla Oscura: un lugar donde habita el mal y que puede tomar cualquier forma y convertir los sueños más oscuros en realidad. Una isla en la que se corrompe toda clase de bondad y que se roba toda la luz del mundo.  

Para romper el hechizo será necesario seguir la estrella azul hasta la isla de Romandu y que las siete espadas que poseían cada uno de los lores, reposen en la mesa del león Aslan, el legendario creador de Narnia, (quien claramente representa a Jesucristo durante la saga), para que su fuerza mágica sea liberada. Hasta que no pongan su séptima espada, el mal tendrá ventaja y hará todo lo posible para tentarlos. 

El rey Coriakin, quien les entrega esta misión, les da un consejo fundamental: Además de decirles que sean fuertes y que no caigan en la tentación les dice un elemento clave: “Para derrotar la oscuridad de ese lugar, primero deberán derrotar la oscuridad que hay en ustedes”. 

Es cierto que la película ha recibido no pocas críticas por su pobreza narrativa y por la diferencia en producción y en tiempos con las dos anteriores. También porque no son pocos quienes la comparan con la impecable adaptación al cine de la triología de El Señor de los Anillos, que ganó para las tres películas un total de 17 premios Oscar. 

Pero es importante destacar en esta producción cómo Michael Apted deja ver la gran riqueza simbólica con la que C.S Lewis (autor anglicano y muy cercano al catolicismo), presenta algunos puntos clave de la fe cristiana: la lucha contra las tentaciones, especialmente vista como una real batalla interior donde la libertad humana y las decisiones personales juegan un papel preponderante.

Lucy, se ve esta vez fuertemente tentada por la envidia, la vanagloria, y por una falta de aceptación personal tal que no le permiten recordar quién es y cuál ha sido su misión en Narnia. Sólo se da cuenta cuando de ello se encuentra cara a cara con Aslan.  

Edmund por su parte se ve tentado por el poder a toda costa, incluso de la permanencia de la misma isla, lo que representaría la muerte para Narnia. Y Eustace, por su parte se ve seducido por el oro y las riquezas presentes en aquel lugar.

Y en esta tercera película se deja ver Eustance, quien por su carácter difícil parece ser un obstáculo para la misión, acaba arrepintiéndose de su comportamiento. Además tiene una importante tarea: es él el encargado de poner en la mesa de Aslan la séptima espada. Un símbolo que muestra la nobleza de la misión encomendada a pesar de la fragilidad humana de quien la lleva a cabo. Deja ver que el ser humano siempre puede volver a empezar, que nada es imposible para quien se arrepiente y quiere cambiar.

Una película que enseña también cómo las decisiones personales repercuten en las de los demás, ya que los lors, que están dormidos en la isla oscura, sólo despertarán cuando ésta sea liberada.

Igualmente destaca este filme cómo el bien siempre estará por encima del mal si el hombre sabe encaminar su libertad hacia una óptima vía. 

Así, los hermanos Pevensie, pese a las tentaciones que se les presentan de múltiples formas hasta en el último minuto de la batalla, logran enfrentar a las serpientes marinas, derrotar la oscuridad y las difusas nieblas del mal, hacer visibles a los invisibles y llegar hasta la meta esperada: el umbral del fin del mundo. 

El escritor C.S. Lewis (1898 – 1963) era amigo personal de J. R Tolkien autor de El Señor de los anillos). Sus libros se han vendido más de 100 millones de copias y se han traducido en 41 idiomas. Entre sus obras más conocidos, además de esta saga, se encuentranCartas del diablo a su sobrino 1942, El problema del dolor (1940), entre otros.  Además de un fuerte contenido cristiano, su literatura tiene una gran influencia de la mitología griega y romana así como de los cuentos británicos y la literatura irlandesa.

Por Carmen E. Villa

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ZENIT Staff

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