CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 19 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Al defender la libertad religiosa, no sólo de los cristianos sino de todo creyente, Benedicto XVI está haciendo un servicio único a la humanidad para luchar contra los fundamentalismos y la violencia, asegura el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi, SI, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, comenta en el último número de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, el Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2011.

El sacerdote comienza analizando una frase del texto que ha causado sensación, cuando el pontífice dice que “los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones con motivo de su propia fe”.

“Es una de las afirmaciones que más llaman la atención del Mensaje del Papa para la próxima Jornada de la Paz, porque muchos continúan viviendo con la falsa idea de que los cristianos están generalmente en posiciones de poder y que los que son discriminados son generalmente los seguidores de otras religiones, posiblemente por culpa de los cristianos”, afirma el portavoz.

Ahora bien, aunque esta información ha sido documentada por numerosos informes rigurosos, el padre Lombardi asegura que “no es éste el centro del Mensaje”.

La misiva pontificia “se dirige con un horizonte amplio para el bien de toda la humanidad, teniendo presente la dignidad de la persona humana, de toda persona humana, y reivindicando un derecho fundamental”.

“No es pues un mensaje solo a favor de los cristianos --aclara el religioso jesuita--. Es un mensaje en favor de todos, que lleva el signo de la experiencia directa – también del sufrimiento y de la muerte- de los cristianos, que reivindican para todos el derecho de buscar a Dios, reconocerlo y honrarlo en su vida, personalmente y junto a los otros”.

“Sin el respeto de este derecho, de todos y para todos, no se puede construir una comunidad pacífica. Los fantasmas, los fundamentalismos y el secularismo agresivo son enemigos de la verdadera paz”, concluye.