De “rey del aborto” a “héroe de la vida”

Por monseñor Francisco Gil Hellín

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BURGOS, sábado, 26 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con motivo del fallecimiento del doctor Bernard Nathanson.

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Acaba de fallecer el que fue conocido como «rey del aborto». Él, no sólo porque practicó varios miles sino porque fue el que promovió y consiguió el cambio en la legislación de los Estados Unidos. Ahora lloran su muerte todos los líderes mundiales pro-vida. Se trata del famoso doctor Bernard Nathanson. Yo tuve la suerte de conocerle personalmente y me complace hablar de él en este momento, porque es un caso típico de cómo las personas pueden cambiar si se abren a la verdad científica y a la gracia. Él mismo ha descrito el itinerario de su vida como abortista y como defensor de la vida.

Todo comenzó cuando una amiga suya quedó embarazada por él y no quería seguir adelante con su embarazo. Este caso suscitó en él una gran sensibilidad por la penosa situación de las mujeres que recurrían al aborto clandestino, que con frecuencia era realizado por personas poco profesionales en ginecología. Como las leyes norteamericanas prohibían el aborto, se decidió a cambiar esa legislación y fundó, con algunos más, la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en los EEUU, en 1968. A los cinco años, lo había conseguido, pues el Tribunal Superior legalizó el aborto en 1973. Él mismo ha descrito las tácticas que emplearon para conseguirlo de modo tan rápido y eficaz.

El primer objetivo fue hacerse con los medios de comunicación de masas. «Les convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un liberalismo avanzado y amañamos los resultados de supuestas encuestas, que ellos publicaron». Amañaron también el número de abortos ilegales, pues cambiaron la cifra de cien mil, aproximadamente, por la de un millón. Esta mentira fue reiteradamente repetida y publicada en los medios de comunicación, convirtiéndose en verdad.

La segunda táctica fue -son sus palabras- «vilipendiar sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del «malo» principal entre los opositores al Aborto Permisivo». El mismo Nathanson ha escrito que «los tambores de los medios de comunicación persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos pro-abortistas eran los inteligentes y progresistas».

La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.

En 1973 fue nombrado Director de Obstetricia de un gran Hospital de Nueva York. Allí inició una nueva tecnología que ahora se usa diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Gracias a ella, pudo tomar por ultrasonido una muestra de un bebé nonato, mediante un aparato aspirador para la práctica del aborto, antes de que fuera absorbido del vientre de su madre. Esas imágenes cambiaron su vida, al comprobar que allí había vida y que lo que allí ocurría era, ni más ni menos, el asesinato de un niño indefenso. «Como científico, no es que simplemente lo crea, sino que sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción y requiere toda la protección que gozamos cualquiera de nosotros».

Cuando alguien le preguntó cómo, siendo las cosas científicamente tan claras, no todos los doctores siguen su ejemplo sino que algunos practican el aborto, contestó: «Es cuestión de aritmética. A 300 dólares cada uno, un millón y medio de abortos en Estados Unidos implican una industria que produce quinientos millones de dólares anuales, y la mayor parte van a los bolsillos de los médicos que los practican».

Dios ha premiado su honestidad, pues el doctor Nathanson, que era ateo, fue bautizado en la Iglesia en 1996 y desde entonces fue un fervoroso católico. De su mano salieron vídeos tan famosos como «El grito silencioso» ¡Que ese buen Dios le haya acogido en su gloria!

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ZENIT Staff

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