¿Legalizar la prostitución?

Una investigación en Australia responde a la pregunta

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ROMA, domingo, 24 abril 2011 (ZENIT.org).- Legalizar la prostitución es un tema que se ha planteado con frecuencia en los últimos años. Quienes lo proponen sostienen que es mejor regularla, para volverla más segura y evitar los abusos, una postura calificada como minimización de daños.

Sin embargo, la legalización está lejos de ser la solución perfecta, como dejan claro los hechos ocurridos en la zona en que se sitúa la capital de Australia, Canberra, el Territorio de la capital de Australia (ACT). La prostitución ha sido legal en el ACT desde 1992. La muerte en 2008, debido a una sobredosis, de una prostituta de 17 años, Janine Cameron, ha suscitado preocupación.

La asamblea legislativa del ACT está ahora llevando a cabo una investigación. Se han recibido hasta 50 documentos escritos y están teniendo lugar audiencias públicas.

«No se puede tener sexo con 10 ó 15 hombres diferentes cada día sin que esto te afecte a ti y a cómo te valoras a ti misma, y a cómo valoras el sexo, y a cómo construyes una intimidad con otro ser humano», decía en la investigación Julie (un pseudónimo).

Según un reportaje del 8 de abril de ABC News, Julie comenzó a trabajar en un burdel cuando tenía 17 años. Después de 18 meses se fue, pero señalaba que no era fácil cuando se está en una industria en la que hay mucho crimen y corrupción.

Se vio a sí misma luchando para llevar una vida normal. «Era muy difícil seguir adelante y tener una relación íntima normal con una persona», decía.

Violación de la dignidad humana

En su documento presentado en la investigación, la archidiócesis católica de Canberra explicaba que la Iglesia considera la prostitución como una violación de la dignidad humana. Las prostitutas dañan su dignidad porque se reducen a ser instrumentos del placer sexual, mientras que quienes pagan por sus servicios son culpables de una grave ofensa.

Entre otras cosas el documento precisaba una serie de argumentos sobre el daño causado por la prostitución.

— Las prostitutas son objetivos fáciles de crímenes violentos y corren el riesgo de recibir daños físicos de sus clientes y chulos.

— Es bien conocido el hecho de que muchas mujeres implicadas en la industria de la prostitución lo hacen para poder seguir con su adicción a las drogas o conseguir dinero por otras necesidades acuciantes.

— El uso de prácticas sexuales sadomasoquistas, que incluyen la violencia contras las mujeres con látigos, bastones y torturas es especialmente degradante para las mujeres.

— La prostitución aumenta notablemente los riesgos graves para la salud de las mujeres, sobre todo los riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH, el herpes y la hepatitis C.

— La prostitución está estrechamente ligada a la esclavitud y al tráfico sexual de mujeres.

— Cuando se legaliza o se despenaliza la prostitución, se crea una cultura de la prostitución, que tiene efectos perjudiciales en las vidas no sólo de las mujeres que se prostituyen, sino de todas las mujeres que viven dentro de esa cultura.

— La prostitución perjudica las relaciones heterosexuales y a las familias. La esposa o novia de un hombre que utiliza servicios sexuales se ve notablemente afectada. Si la utilización de la prostitución por un hombre se guarda en secreto, hay una ruptura en los fundamentos de la confianza y honestidad de su relación. Si la utilización de la prostitución se sabe, puede llevar a una ruptura de su relación.

— La presencia de la industria de la prostitución perjudica el ideal de relaciones igualitarias entre hombres y mujeres y tiene un impacto negativo en la familia y en la vida en sociedad en general.

— La prostitución no puede separarse de la cuestión del estatus y dignidad de las mujeres. La legalización de la industria de la prostitución significa que el gobierno y la sociedad en general están dispuestos a aceptar la deshumanización y cosificación de las mujeres.

El caso de Suecia

Una de las recomendaciones del documento de la Iglesia católica sometido a la comisión era la adopción del modelo sueco. En 1998 Suecia aprobó una legislación que penalizaba la compra, pero no la venta de servicios sexuales. Las mujeres y niños víctimas de la prostitución no corren el riego de sanciones legales, pero la compra de tales servicios es un delito penal.

Otras propuestas sometidas a la investigación de Canberra recomendaban también el modelo sueco. La propuesta se ha visto respaldada por un informe oficial, publicado el 2 de julio de 2010, que evaluaba la legislación, desde sus inicios en 1999 hasta el 2008.

El informe descubrió que los cambios han logrado el efecto deseado y que la penalización de la compra de sexo es un instrumento importante en la lucha tanto contra la prostitución como contra el tráfico con fines sexuales.

El informe señalaba que la prostitución callejera en Suecia se había reducido a la mitad desde que se introdujo la prohibición en 1999. Antes de los cambios la presencia de la prostitución callejera era más o menos la misma en las tres capitales de Noruega, Dinamarca y Suecia.

Desde 1999 la prostitución callejera en Noruega y Dinamarca ha aumentado de forma dramática. En el 2008, el número de personas que se prostituía en las calles de Noruega y Dinamarca se estimaba que era el triple que en Suecia, explicaba el informe.

«A la luz de las grandes similitudes que, en muchos aspectos, existen entre estos tres países, económica y socialmente, es razonable asumir que la reducción en las prostitución callejera en Suecia es resultado directo de la penalización», concluía.

Además, no ha ocurrido que la prostitución simplemente se haya trasladado a otro lugar, como consecuencia de los cambios en Suecia. El informe descubría que la prostitución como resultado de un contacto a través de Internet es más frecuente en los países vecinos de Suecia. Así que la prohibición de la prostitución callejera en Suecia no la ha trasladado a Internet.

Por otro lado, el informe señalaba que no hay signos de que la prostitución en salas de masaje, clubs de sexo y en restaurantes y discotecas haya aumentado en los últimos años. No hay en general pruebas que sugieran que las prostitutas explotadas antes en las calles estén ahora involucradas en la prostitución en locales.

El informe decía también que, según la Policía Criminal del país, la prohibición contra la compra de servicios sexuales actúa como un desincentivo para los traficantes de personas y los proxenetas que se establecen en Suecia.

La información de la experiencia sueca ha reforzado también lo que muchos habían dicho tanto en este tema como en otros debates sobre la legalización de prácticas polémicas. Ha dejado claro que el prohibir la compra de servicios sexuales ha tenido un efecto normativo y que, tras la legislación, ha habido un cambio relevante en la actitud del público ante la compra de servicios sexuales. Ha significado un elemento eficaz de disuasión para quienes compran sexo.

Opresión

Otro de los documentos sometidos a la investigación de Canberra provenía de Collective Shout, que se describe a sí mismo como «un movimiento con campañas a pie de calle preocupado por la cosificación de las mujeres y la sexualización de las jóvenes en los medios, la publicidad y la cultura popular».

Observaban que, en nombre de la minimización de daños, se legalizaron en la década de los noventa algunos sectores de la industria sexual en Australia y en países como Holanda y Alemania.

No se logró, sin embargo, el efecto deseado, y el documento presentado ante la comisión afirmaba que hay evidencias claras, tanto de estudios académicos como de los gobiernos, de que la postura de minimización de daños es en sí misma errónea al intentar regular la industria sexual.< /p>

Un ejemplo claro de esto estaba en relación con el uso de menores en la industria de la prostitución. Victoria fue el primer estado australiano en legalizar la prostitución.

Un estudio, que examinaba la información de 471 organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que trabaja con niños en Australia, mostraba que más de 3.100 niños australianos de entre 12 y 18 años habían tenido relaciones sexuales a cambio de dinero para sobrevivir, y Victoria tenía la cifra más alta de la nación con 1.200.

Otro de los puntos presentados fue que muchas mujeres prostituidas habían sufrido abusos sexuales en la infancia, abusos físicos, violencia doméstica y abuso de drogas.

«El modelo de minimización de daños – o legalización de la prostitución – permite, en esencia, la explotación de las personas más vulnerables de la sociedad», afirmaba Collective Shout. «Es el momento de reconocer que la ‘profesión más antigua del mundo’ es en la actualidad la ‘opresión más antigua del mundo'».

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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ZENIT Staff

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