PARÍS, viernes 17 de junio de 2011 (ZENIT.org).– El Ministerio francés de Educación nacional ha anunciado recientemente la introducción de la teoría de género en los manuales de Ciencias de la Vida y de la Tierra de todas las clases de premières (de alumnos de 16 años), una teoría que propone “una sexualidad completamente desarticulada”, advirtió el arzobispo de París, el cardenal André Vingt-Trois.
Ante los micrófonos de Radio Notre-Dame, el purpurado lamentó que la sexualidad sea presentada a los jóvenes en términos de enfermedad y propuso establecer una verdadera iniciación a la vida afectiva.
El género es “una manera de aproximarse a la experiencia humana de la sexualidad de un modo muy inconsistente al afirmar que la orientación sexual es una construcción puramente cultural”, explicó el cardenal, una “opción” que se puede tomar en función de lo que se desee: “no hay predisposición fisiológica o psicológica, sino una elección personal en una orientación sexual”.
El arzobispo de París recordó “que las representaciones simbólicas sexuales desempeñan una función primordial en la construcción de la personalidad”.
Introducir la teoría de género es, por tanto, “proponer una sexualidad completamente desarticulada y disociada de la personalidad”, es decir, “una sexualidad que se reduce a una relación sexual sin tener en cuenta que esa relación sexual se articula con la construcción de una persona”.
“Esto es lo más triste en estos manuales de los cuales he hojeado algunos ejemplares: la imagen de la sexualidad humana que se da allí es únicamente una imagen de enfermedad”, lamentó.
“Es una educación sexual que se centra exclusivamente en las enfermedades de transmisión sexual, para dar consejos para evitarlas, y en el aborto que es la llave maestra”, lamentó.
“Es verdaderamente una especie de pizarra negra, siniestra, de la sexualidad humana”, declaró.
Al principio, esta educación se iba a introducir en los cursos de ciencias naturales. “Desde el momento en que los educadores no logran establecer una verdadera introducción a la vida afectiva, se reduce a un tema de ciencias naturales”, explicó el arzobispo.
También recordó la importancia primordial de “ayudar a los jóvenes a comprender que su sexualidad, la energía afectiva que tienen, no es simplemente un fenómeno hormonal sino algo que es constitutivo de su persona y que debe permitirles crecer” y que es “a condición de situarse dentro de una relación humana”.
Por desgracia, añadió el cardenal Vingt-Trois, se les explica con todo tipo de medios que la mejor manera de vivir es no entrar en ninguna relación humana. “Evidentemente, ya no queda más que desplegar los medios de protección sanitaria”.
Finalmente, el cardenal se refirió a “un aspecto importante” de la “misión” de los educadores: “ayudar a los jóvenes a descubrir que tienen una personalidad infinitamente más rica de lo que parece y que puede descubrir una gran cantidad de riquezas extraordinarias, pero a condición de entrar en una relación humana con el otro”.
“Sin embargo -añadió-, esto es precisamente lo que no se les quiere decir”.