Turquía: elegido el primer diputado cristiano en medio siglo

Tercera victoria consecutiva del AKP del primer ministro Erdogan

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ROMA, viernes 17 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Erol Dora lo ha conseguido. El abogado de 47 años de edad, que vive y trabaja en Estambul, fue elegido, de hecho, el pasado domingo 12 de junio, como diputado en el parlamento turco. Gracias a los 52.000 votos recogidos en Mardin – capital de la homónima provincia al sureste de Turquía, a pocas decenas de km con la frontera siria –, Dora se convertirá en el primer cristiano que se sienta en el parlamento de Ankara después de casi medio siglo. Como ha recordado Thomas Seibert en el periódico The National (10 de junio), el último cristiano que obtuvo un sillón en el parlamento turco fue el político armenio Berc Sadak Turan, durante los años ’60. Por lo demás, el último diputado no musulmán fue elegido en los ’90, Cefi Kamhi, judío.

Dora, que está casado y tiene dos hijos, fue elegido como candidato independiente del bloque Trabajo, Democracia y Libertad, el único modo de poder superar el prohibitivo umbral mínimo del 10%. La clausula es, de hecho, una barrera para los partidos pero no para los candidatos independientes. En Ankara, el nuevo diputado, que pertenece a la minoría siriaca, se sentará entre las filas del Partido por la Paz y la Democracia (BDP), la formación pro-curda que ha apoyado su candidatura. “Si llego a entrar en el Parlamento, me convertiré en la voz de la comunidad siriaca, además de todos los demás grupos étnicos del sureste”, así prometió el abogado antes del veredicto de las urnas, (Hürriyet Daily News, 14 de junio).

“Soy de religión siriaca pero soy un ciudadano turco como los demás de esta zona” repitió Dora hablando después de su elección con Avvenire (15 de junio). “Estoy contento de poder contribuir a mi país. Los siriacos viven en los territorios del sureste del país desde hace siglos, somos turcos a todos los efectos y podemos ser elegidos en el Parlamento como todos los demás, es nuestro derecho”, dijo el nuevo diputado, orgulloso de haber recogido tantos apoyos entre la población musulmana de su ciudad, Mardin, que desde siempre ha sido una encrucijada étnica y religiosa

Para Dora, el deber prioritario de la nueva legislatura es dar a Turquía una nueva Constitución, que sustituirá al texto que se frenó después del golpe militar del 12 de septiembre de 1980 y que deberá ofrecer un amplio respiro a las minorías. “El objetivo es -declaró Dora a Avvenire– que todos tengan una Constitución en la que se reconozcan y que tenga en cuenta a todos los grupos étnicos y culturales presentes en el país”.

Para cambiar la Carta Magna, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, cuyo partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP) venció el domingo por tercera vez consecutiva las elecciones legislativas, deberá comprometerse con la oposición. No obstante su amplia victoria y sus 326 sillones en el nuevo Parlamento, la formación filo-islámica de Erdogan, que se ha adjudicado el 49’8 de las preferencias, no ha conseguido rozar la esperada mayoría absoluta de los dos tercios de los sillones (367 sobre 550), que le permitiría realizar en solitario la reforma constitucional.

Erdogan no ha llegado, por poco, a su segundo objetivo, menos ambicioso y de resultado incierto, es decir alcanzar unos 330 diputados, el límite que le consiente cambiar la Constitución sometiendo las modificaciones a una consulta por referéndum.

No teniendo carta blanca, el nuevo premier, que posee una vena populista y autoritaria – Turquía es el país del mundo con más periodistas entre rejas (al menos 57) –, deberá, por tanto, buscar el apoyo de la oposición, formada por el Partido Republicano del Pueblo (CHP, 135 diputados), por el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP, 53 diputados) y por el bloque de los independientes (36 diputados, todos apoyados por el BDP).

La elección de Erol Dora ha sido acogida como un signo positivo por varios observadores y exponentes cristianos, entre los que están el vicario delegado del Vicariato Apostólico de Estambul, el padre Lorenzo Piretto OP.

“La elección del abogado Dora es, verdaderamente, una buena señal para el país”, explicó el padre dominicano a la agencia Fides (14 de junio). “Dora es conocido porque, como abogado, a menudo defiende a los cristianos implicados en procesos y es un punto de referencia para la defensa de sus derechos. Hay otros cristianos presentes en los consejos comunales, pero un cristiano en el Parlamento nacional no se veía desde hace muchos años”, continuó el sacerdote.

Consciente de que muchas cuestiones se quedaran todavía abiertas, el padre Piretto se ha mostrado optimista. “El gobierno del AKP, que ha vencido las elecciones, ha dado en el pasado buenos signos de apertura, que esperamos que puedan continuar ampliándose: el problema fundamental es el reconocimiento de la personalidad jurídica a las comunidades religiosas. Un ejemplo positivo fue, recientemente, la restitución del orfanato de Büyükada al Patriarcado Ecuménico de Estambul”.

En los últimos meses, Erdogan ha mandado, de hecho, varios pequeños signos hacia la comunidad cristiana. Como destacado el Financial Times Deutschland (12 de junio), el diputado curdo Süleyman Çelebi, implicado con su clan en la batalla legal contra el conocido monasterio de Mor Gabriel-il, centro cultural y espiritual de la cada vez más pequeña comunidad siriaca (o caldea) de Turquía-, no ha formado parte de la lista de los candidatos del AKP.

Otros gestos significativos se dieron el pasado marzo con el nombramiento de un cristiano armenio dentro del equipo del ministro para los Asuntos Exteriores europeos, Egemen Bagis, considerado uno de los consejeros más cercanos de Erdogan, y después el nombramiento de otro armenio como embajador turco en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCSE). Según el sociólogo Ayhan Aktar, de la universidad Bilgi de Estambul, se trata de dos movimientos que han roto un viejo tabú: el de la presencia de cristianos en el aparato estatal (Domradio, 11 de junio).

La pregunta ahora es: ¿Cuáles son las verdaderas intenciones de Erdogan, que en su discurso de la victoria ha prometido trabajar por todos los ciudadanos, de todas las religiones y estilos de vida, y mencionando expresamente también a las minorías cristianas? ¿Su apertura es sincera o sólo un hábil movimiento electoral, el típico truco para las negociaciones con la Unión Europea? Será el futuro el que lo demuestre. También Erol Dora tendrá que hacerse fuerte. No sólo lleva a sus espaldas las expectativas de una comunidad entera, sino que ha sido elegido con el apoyo de una formación política que el mismo ministro Erdogan no dudó en calificarla como un “partido terrorista” (HürriyetDaily News, 14 de junio).

Por Paul De Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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ZENIT Staff

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