ROMA, jueves 26 enero 2012 (ZENIT.org).- La Santa Sede ratificó el miércoles 25 de enero ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) la convención contra el tráfico de drogas, y adhirió a otras dos: una contra la criminalidad transnacional y la otra contra el terrorismo y su financiación.
Para ello, monseñor Francis Assisi Chullikat, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, depositó ayer en la sede de Nueva York la documentación en nombre de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Los documentos en cuestión son, en primer lugar, la ratificación del tratado contra el tráfico ilícito de narcóticos y sustancias psicotrópicas (Viena 1988), que había firmado en el año en que fue adoptada.
Además, las adhesiones son a: la Convención internacional para la represión de la financiación al terrorismo de 9 de diciembre de 1999 en Nueva York; la Convención de las Naciones Unidas contra el crimen organizado transnacional del 15 de noviembre del 2000, en Palermo.
El secretario para las Relaciones con los Estados, mosdeñor. Dominique Mamberti, indicó que “el paso realizado es un ulterior reconocimiento por parte de la Santa Sede del fuerte empeño de la comunidad de los Estados que previene y combate las gravísimas actividades criminales transnacionales, de trágica actualidad”.
El responsable de las relaciones exteriores de la Santa Sede citó la carta apostólica en forma de ‘motu proprio’ de Benedicto XVI: “Muy oportunamente la comunidad internacional se está siempre dotando de principios e instrumentos jurídicos que permitan prevenir y contrarrestar el fenómeno del reciclado y del financiamiento al terrorismo”. Y el papa prosigue: “La Santa Sede aprueba este empeño y quiere hacer propia esas reglas en el uso de los recursos materiales que sirven a realizar la propia misión y las tareas del Estado de la Ciudad del Vaticano”.
Monseñor Mamberti indicó que “las palabras del Santo Padre nos recuerdan que el terrorismo y la criminalidad organizada atentan contra la dignidad de la persona humana y el bien común de todos los países del mundo”.
El secretario para las Relaciones con los Estados, precisó que con el depósito de dichos documentos “la Santa Sede confirma su voluntad y empeño concreto y eficaz de colaborar con la Comunidad internacional de manera coherente a su naturaleza y misión, para garantizar la paz y la justicia internacional”.
Y que adoptar dichos instrumentos demuestra la “determinación de adecuar el ordenamiento interno a los más rigurosos parámetros normativos concordados a nivel internacional” y en particular a las “Recomendaciones GAFI/FATF, como criterios internacionales en materia de financiación del terrorismo y antireciclaje”.
Si bien la ley vaticana contra el reciclado de dinero que proviene de actividad criminal y de la financiación del terrorrismo –indicó el purpurado– ya es rigurosa, los documentos depositados ante la ONU la vuelven “aún más detallada” con “instrumentos de cooperación internacional más transparentes y sanciones más elevadas para la violación de la ley”.
Además ayudarán también a “oponerse a las graves ofensas a la vida y libertad religiosa de cada ser humano” particularmente en el contexto internacional actual, “marcado por gravísimas y reiteradas violencias por motivos religiosos, muchas veces hacia los cristianos.