CIUDAD DEL VATICANO, 7 octubre 2001 (ZENIT.org).- Técnicamente se llaman «obispos eméritos». Es decir, obispos que, como prescribe el Código de Derecho Canónico, han dejado el gobierno de su diócesis al cumplir los 75 años de edad. Voces de los participantes el Sínodo han pedido aumentar o rebajar la edad en la que presentan sus dimisiones al Papa.
Aunque se hayan «jubilado», como comúnmente se suele decir, los obispos siguen formando parte del colegio episcopal. De hecho, varios están participando en el Sínodo.
Tres de ellos participan por nombramiento papal. De este modo, Juan Pablo II ha demostrado la importancia que da todavía a su contribución a la Iglesia. Otro ha venido a Roma elegido por su propia Conferencia Episcopal, monseñor Vincent Mensah, de Benin. Los otros tres son el cardenal Jean Honorè de Tours (Francia), Joseph Eric D´Arcy de Hobart (Australia) y David Picão de Santos (Brasil).
Este último intervino el viernes pasado para pedir que se eleve la edad de las dimisiones de los obispos.
«Sabemos que muchos eméritos a 75 años todavía tienen buena salud y mente lúcida –constató–. Y dado que sigue mejorando al calidad de vida, hasta el punto de que según algunos estudios de la ONU en el año 2050 habrá 2.200.000 de centenarios, la edad de la renuncia debería ser regulada, por ahora, a 78 años».
Monseñor Picão, que tiene 77 años y dejó el gobierno de su diócesis el 26 de julio de 2000, no limitó su propuesta a la edad de las dimisiones. Pidió también que los obispos eméritos tengan derecho a voto en las conferencias episcopales, y que su nombre sea mencionado en la misa, tras el del obispo diocesano que les ha sucedido.
Ha sido la primera vez que en el Sínodo se presenta una propuesta así. Antes de que tomara la palabra el obispo brasileño, cuatro obispos se habían pronunciado a favor de rebajar el umbral de los 75 años, especialmente en los países del tercer mundo, donde la vida media es todavía relativamente baja.
Monseñor John Lee Hiong Fun-Yit Yaw, obispo de Kota Kinabalu (Malasia), explicó que «es experiencia generalizada que cuantos viven en regiones tropicales empiecen a perder vitalidad, tanto física como mental, alrededor de los 70 años».
«A esta edad, algunos obispos dudan en tomar decisiones o, simplemente, aplazan el dar directrices sobre importantes cuestiones pastorales –añadió–. Creo que deberíamos ser misericordiosos y permitir a los obispos que tengan la opción de retirarse a los 70 años».
Monseñor Vincent Logan, obispo de Dunkeld (Escocia), consideró por su parte que «los obispos deberían tener la oportunidad de retirarse antes de los 75 años…, por ejemplo, después de 25 años en el episcopado».