Sacerdotes hoy: multitudinario encuentro e impresionantes testimonios

Ayer en el aula Pablo VI del Vaticano, con motivo de la clausura del año sacerdotal

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 10 de junio de 2010 (ZENIT.org) Sacerdotes que han descubierto y cultivado su vocación en medio de la guerra, hombres que han dejado atrás una vida dedicada al vicio. Hombres que han descubierto su vocación en medio de la crisis de fe del país secular al que pertenecen o en medio de una enfermedad…

Estos fueron los testimonios de algunos sacerdotes que compartieron ante los miles de asistentes que estuvieron presentes ayer en la tarde en el aula Pablo VI en un encuentro denominado Sacerdotes hoy, previo a la clausura del año sacerdotal.

El encuentro fue promovido por los sacerdotes del movimiento de los Focolares y del movimiento Shoenstatt, en colaboración con la Renovación Carismática Católica Internacional y otros movimientos eclesiales de Europa y América Latina. Igualmente contó con el apoyo de la Congregación para el Clero.

La jornada empezó a las 16:00 horas. Coreografías, canciones, videos sobre la vocación del sacerdote y algunos extractos de discursos que ha dado el papa Benedicto XVI en este año sacerdotal, acompañaron el encuentro.

En medio de este ambiente festivo y de oración se veían miles de sacerdotes, venidos de los cinco continentes, con los audífonos para la traducción simultánea, dispuestos a escuchar los testimonios de decenas de sacerdotes que pasaron por el escenario, compartiendo en primera persona cómo Dios les tocó su corazón y cómo les sigue alentando para ser fieles a este llamado.

En medio de la guerra

Los primeros en compartir la historia de su vocación fueron tres sacerdotes de Burundi (África), Ildephonse Niyogabo, Pasteur Manirambona y Marc Bigirindavyi. El primero de ellos contó que entró en el seminario en 1992 y al poco tiempo estalló una guerra civil en su país. Las tropas invadieron el seminario menor de Buta, donde él hacía su formación.

“Recuerdo que el 29 de abril de 1997 los adversarios entraron en nuestro seminario. Nos preguntábamos ¿cómo comportarnos?”, testimoniò el sacerdote.

“Pensamos en permanecer unidos – recordaba el joven sacerdote –. Comenzaron a disparar sin control. Permanecimos unidos, y aquel día perdí a mi hermano junto a los demás”.

“Me hirieron y fui a parar bajo la cama. De pronto hubo una gran explosión, habían lanzado una granada junto a nosotros”, recordó.

“Continuaron disparando. En medio a este infierno mis compañeros morían diciendo: ‘Dios: perdónalos porque no saben lo que hacen’. Los demás se pusieron a curar las heridas de los otros, a riesgo de morir”, dijo.

El padre Niyongabo confesó que luego de este episodio experimentó una batalla interior y comenzó a preguntarse si era necesario ser sacerdote para ser un buen cristiano. Luego el rector del seminario le pidió enseñar allí, donde nuevamente se sintió llamado. “Entré en el seminario mayor y en el 2004 me hice sacerdote”, concluyó.

En una cultura secularizada

En el encuentro participó también monseñor Joseph Grech, obispo de Sandhurst (Australia) quien aseguró que el único objetivo de su vocación sacerdotal es el de “ayudar a la gente y tener una relación profunda con Jesucristo”.

“Doy gracias a Dios por mi primer párroco que un día, no mucho tiempo después de mi llegada a la parroquia, oró conmigo. Pedía que pudiera experimentar desde el inicio de mi ministerio sacerdotal y ser un testigo de Cristo resucitado”, dijo monseñor Grech.

“En lo profundo de mi corazón sé que Jesús esta presente en todo lo que hago y toca a quienes encuentro como hacía en el tiempo lo hacía cuando caminaba por las calles de Israel”, dijo el obispo.

En la esclavitud del alcohol

El padre Helmut Kappes de Alemania confesó ante el público los problemas de alcoholismo que enfrentó en su juventud: “Pensaba que esto me ayudaba a afrontar mejor situaciones difíciles. Al contrario, estas aumentaron”, dijo.

Y fue así como decidió entrar en una terapia de rehabilitación: “Diferentes encuentros me hicieron entender lo importante que era escuchar lo que había en el fondo de mi alma”.

Hoy el padre Kappes trabaja a tiempo completo en el apostolado: “me siento sostenido por mi comunidad”, concluyó.

En la prueba de la enfermedad

El sacerdote venezolano Cristian Díaz Yepes contó que de joven quería ser pintor y escritor “pero Dios me llamaba a cosas más grandes”.

Sin embargo, su camino hacia la ordenación sacerdotal no estuvo exento de pruebas, ya que le descubrieron una esclerosis múltiple, enfermedad que le impediría ser ordenado como sacerdote. “Pensé que había perdido una vocación bella, y gracias a la ayuda de un sacerdote y de personas laicas, vi que mi nuevo llamamiento era escoger sólo a Dios”.

“Quise vivir cada momento con intensidad para que mis compañeros realizaran esta vocación que yo supuestamente estaba perdiendo”, testimonió el padre Díaz.

Sin embargo su salud comenzó a mejorar y las directivas del seminario lo dejaron permanecer allí. Entre la ordenación diaconal y presbiterial tuvo otra enfermedad pero finalmente pudo superarla y llegar a ser sacerdote: “estoy convencido de que mi seguridad no puede ser otra que Dios”, concluyó.

En medio de los escándalos

También subió al escenario el sacerdote irlandés Brendan Purcell quien, luego de compartir la historia de su vocación, reflexionó sobre el momento difícil que vive la Iglesia en Irlanda a causa de los escándalos de abuso sexual de parte de algunos sacerdotes en este país.

Contó que en una ocasión fue invitado para hablar en un programa de televisión donde se presentó un debate sobre este tema: “no debo ganar, debo solo amar”, fue el propósito del sacerdote.

“En lugar de decir que no tengo nada que ver, hablé de mi vergüenza y tome sobre mí los pecados de los otros”. También contó que en el programa participaba una victima: “esperaba un ataque suyo en mi contra, y sin embargo dijo ‘hace bien escuchar a un sacerdote así’”, dijo el sacerdote.

El encuentro finalizó a las 19:30 horas con unas vísperas solemnes presididas por el cardenal Claudio Hummes, prefecto para la congregación del Clero quien antes de comenzar su homilía dirigió unas palabras espontáneas al público diciendo que este encuentro.

“Me recuerda a Juan Pablo II en la memorable vigilia de Pentecostés en 1998 con los movimientos eclesiales. Fue realmente un encuentro grandioso e importantísimo”, afirmó.

Dijo que ver a tantos sacerdotes juntos “nos rejuvenece, nos da la alegría de ser sacerdotes”.

Invitó a los sacerdotes a ser testimonio en esta cultura, “a veces un poco difícil, sin duda, pero en todas las culturas es posible evangelizar. Todas tienen en ellas el bien y verdad”, dijo el cardenal.

Por Carmen Elena Villa

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ZENIT Staff

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