CIUDAD DEL VATICANO, 15 octubre 2001 (ZENIT.org).- El Sínodo de los obispos se encuentra en estos momentos en la fase decisiva en la que se comienzan a decantar los temas que después tendrán que trabajarse hasta convertirse en las propuestas o conclusiones finales.
Toda la jornada del lunes ha sido dedicada por los casi 300 participantes en el Sínodo de los obispos, que tiene lugar este mes en el Vaticano, a discutir divididos en 12 grupos lingüísticos sobre las conclusiones más importantes que arrojaron las decenas de intervenciones ante la asamblea.
Cada grupo redactará una relación y las doce serán presentadas durante todo el día de mañana ante la congregación general.
El cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, haciendo un balance de las sesiones del Sínodo, ha explicado a los micrófonos de Radio Vaticano: «Desde hace veinte años, participo en todos los Sínodos, pero yo creo que este es totalmente extraordinario, después de ese día oscuro de la humanidad», como el Papa ha definido al pasado 11 de septiembre, testigo de los ataques terroristas contra Estados Unidos.
«Hemos vivido juntos estos días de angustia –añade el cardenal francés–, analizando el tema central: el obispo, servidor del Evangelio de Cristo en la esperanza».
«Se puede decir que en estos días hemos vivido realmente el lema de san Agustín, que nos ha servido de leitmotiv: «para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano»».
Hasta ahora, añade el purpurado, el Sínodo ha representado al obispo con muchas imágenes: «pastor, pescador, padre, hermano, amigo, servidor, maestro, hombre de fe, de esperanza… Pero la palabra más repetida ha sido la de comunión».
Por otra parte, concluye, «la temática «cum Petro, sub Petro» –es decir, la articulación del primado del Papa y de la colegialidad– siempre se ha confirmado de diferentes modos».