El estadio Jalisco de Guadalajara se llena para celebrar a trece nuevos beatos mexicanos

Víctimas de la persecución religiosa que tuvo lugar en México entre 1926 y 1929

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GUADALAJARA, lunes, 21 noviembre 2005 (ZENIT.orgEl Observador).- Con un estadio Jalisco lleno hasta los bordes, 70 mil personas, fieles y sacerdotes de toda la República Mexicana, fueron elevados este domingo a los altares trece mártires de la persecución religiosa desatada en México entre los años 1926 y 1929.

Al grito incesante de «¡Viva Cristo Rey!», consigna que fue la que alentó a millones de mexicanos, junto con «¡Viva Santa María de Guadalupe!», a defender con la vida el derecho a la libertad religiosa y al culto que le fuera denegado por el gobierno de Plutarco Elías Calles (1924-1928), la multitud recibió, con lágrimas, la beatificación de Anacleto González Flores, de José Sánchez del Río y de otros diez mexicanos y un español (diez laicos y tres sacerdotes) que prefirieron la muerte antes de renegar de su fe.

Los obispos titulares de León, Zamora, Guadalajara, Veracruz y San Juan de los Lagos –diócesis de donde proceden los beatos–, fueron los encargados de leer las peticiones de beatificación de cada uno de los mártires ante el cardenal portugués José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos y delegado por el Papa Benedicto XVI para encabezar este acto multitudinario en Guadalajara.

En el acto, en el que fue anfitrión el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, estuvieron presentes tanto el nuncio apostólico de Su Santidad en México, el arzobispo Giuseppe Bertello, como el presidente de la Conferencia del Episcopado, Mexicano y obispo de León, José Guadalupe Martín Rábago.

En la celebración, se pidió que la sangre derramada por los trece mártires sirva para que los gobernantes y los legisladores hagan de México un lugar de unidad y reconciliación.

Los otros once beatos son Luis Padilla Gómez, Jorge y Ramón Vargas, Ezequiel y Salvador Huerta, Luis Magaña Servín, Miguel Gómez, Trinidad Rangel, Andrés Solá (sacerdote español), Leonardo Pérez y Ángel Acosta Zurita.

El cardenal Saraiva Martins leyó el decreto mediante el cual el Papa Benedicto XVI anunció la inscripción de los trece beatos a estos siervos de Dios en el libro en el que la Iglesia católica guarda la preciosa memoria de los hombres y las mujeres que han probado su fe en el martirio y la santidad.

Acto seguido, en las pantallas gigantes del Estadio Jalisco, el Papa Benedicto XVI envió un saludo a la Iglesia y al pueblo de México al que felicitó por los nuevos beatos y los presentó como «un ejemplo permanente, un estímulo para defender la fe y tener fe en la sociedad actual».

La beatificación fue cubierta por canales de la televisión mexicana y de otros países y congregó un grandísimo interés por parte de las diócesis involucradas en la procedencia de los trece mártires de la persecución religiosa.

La fecha de la beatificación fue escogida por ser la solemnidad de Cristo Rey del Universo, día en el cual se congregan todos los años miles de «cristeros» sobrevivientes o familiares, en las inmediaciones del Cerro del Cubilete, centro geográfico de México y memoria permanente de los mártires de «la Cristiada».

Por casualidad coincidió en esta ocasión con el 95 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana (que trajo consigo las leyes que, finalmente, darían pábulo a la persecución religiosa.

La llamada «guerra Cristera» que tuvo lugar entre 1927 y 1928, según datos de especialistas, acabó con la vida de 250 mil personas en México.

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ZENIT Staff

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