ÁMSTERDAM, 8 de noviembre de 2005 (ZENIT.org).- La Iglesia católica no tiene nada en contra de la publicidad en los medios de comunicación de carácter comercial, en particular la radio y la televisión, sin embargo considera que éstas no son simplemente una cartelera electrónica para presentar bienes comerciales.
Esta es la visión que ofreció el arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, al tomar este martes la palabra en el encuentro de la Unión Europea de Radio y Televisión, celebrado en Ámsterdam.
El prelado estadounidense explicó que a nivel ético los medios de comunicación deben estar guiados por los «tres principios fundamentales de la verdad, el respeto de la dignidad de la persona y el servicio al bien común».
«La Iglesia católica ha hecho publicidad desde hace dos mil años –reconoció el arzobispo–: a esto lo llamamos evangelización. Creemos realmente en nuestro mensaje y ofrecemos mucho más que una garantía de por vida».
«Cuando los ejecutivos de la publicidad nos acusan correctamente de cometer en ocasiones pecados mortales en materia de comunicación –ser aburridos–, yo les pido que nos ayuden a comunicar nuestro mensaje de manera más interesante. Les recuerdo que no pagamos mucho, pero que nuestras prestaciones de jubilación están en el otro mundo», reconoció.
Monseñor Foley aclaró que, «si bien no tengo nada contra la publicidad en la radio y la televisión», «estoy convencido de que la radio y la televisión son mucho más que carteleras electrónicas de bienes comerciales y servicios».
«Las ondas pertenecen al público, las frecuencias son asignadas para ofrecer un servicio al público», indicó.
Por este motivo, aclaró, «las autoridades públicas tienen el derecho de exigir el que incluso los emisores comerciales mantengan ciertos estándares de buen gusto y que ofrezcan una programación que sirva realmente al bien común, incluyendo una programación de servicio público».
El arzobispo invitó a las estaciones de radio y televisión públicas de Europa no sólo a producir programas de información y entretenimiento de valor, sino que ayuden además «a mantener vivo las ricas tradiciones culturales de las naciones de Europa».