«El Papa es puntual», comentaba el alcalde Osvaldo Naudin al ver el coche del Papa, quien llegó acompañado por su secretario, monseñor Georg Gaenswein.
Les acogieron al bajar del coche, procedente del aeropuerto de Aosta, los niños de la escuela materna del lugar, quienes le dijeron: «Bienvenido entre nosotros: somos los niños del colegio. Esperamos que puedas descansar en la paz y el silencio de nuestras montañas».
«Lo habéis dicho muy bien, gracias, gracias», les respondió el Papa, quien se inclinó para darles a cada uno un beso.
Junto a los pequeños, a la entrada de la propiedad en que descansará, había unas quinientas personas, en su mayoría habitantes de Les Combes, acompañadas por el obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi. Algunos le entregaron flores y le tendían la mano para saludarle. El Papa les dio la bendición, mientras repetía: «gracias, gracias».
«Estoy feliz de estar en el Valle de Aosta. Gracias por haber acogido así, con cariño», añadió en un día de espléndido sol.
Según fuentes vaticanas, todo parece indicar que las vacaciones del Papa estarán dedicadas a la oración, al descanso, pero también al trabajo, en particular a la preparación de documentos y discursos.
Las únicas apariciones públicas tendrán lugar con motivo del Ángelus los domingos 17 y 24 de julio, que recitará desde su residencia en Les Combes.
Tras las vacaciones, el Papa regresará a Castel Gandolfo, la residencia veraniega de los Papas, a unos 30 kilómetros de Roma.