Bienaventurados los que trabajan por la paz (Mt 5,9)
1. El pueblo venezolano vive en el presente sumido en angustia y con incertidumbre ante el futuro. Por eso, los Arzobispos y Obispos de Venezuela reunidos en la 80a Asamblea Ordinaria, nos sentimos, como pastores, en la necesidad de acompañarlo y, al mismo tiempo, animarle a caminar en la esperanza que conduce a la paz, que es Cristo, “príncipe de la Paz”( Is 9,6).
Una realidad que nos interpela
2. En efecto, en nuestro país, debido a la grave situación política y socio-económica, se han deteriorado la paz y la convivencia. Esto ha conducido a los venezolanos al desaliento y a un creciente pesimismo en el porvenir de la nación. Son muchas las razones que nos han llevado a esta preocupación: aumento de la pobreza, incontrolable crecimiento del desempleo por el cierre continuo de empresas, un rígido control de cambio que prácticamente ha paralizado la industria y las importaciones necesarias; crece también la corrupción, la violencia, los homicidios, la inseguridad, el irrespeto a la vida, los secuestros, las invasiones, así como la presencia y actuación de grupos subversivos en la zona fronteriza, especialmente en el Estado Táchira.
3. Por otra parte, preocupa la violación de otros derechos humanos en Venezuela: la situación inhumana de las cárceles, intimidaciones, amenazas y agresiones a los periodistas, los asesinatos a causa de la violencia y del sicariato, el irrespeto a los derechos laborales de los trabajadores petroleros despedidos e igualmente los intentos de desalojos violentos en las viviendas de las urbanizaciones petroleras, algunas de ellas habitadas por trabajadores desde hace tiempo jubilados y que ha creado zozobra continua en las familias.
4. La conflictividad política supera los límites de la tolerancia: se considera indebidamente que el otro no es sólo adversario sino enemigo a quien se debe eliminar. En estos últimos tiempos, lejos de superarla, se ha acrecentado la pugnacidad, aumentando el ambiente de enfrentamiento y de hostilidad.
5. La calidad de vida del venezolano ha bajado notablemente. Esto se manifiesta en el salario insuficiente, que no alcanza para cubrir las necesidades básicas, en el deterioro de los servicios públicos, especialmente en el área de la salud y la seguridad social que prácticamente no existe. Se comprueba con estos hechos la existencia de un proceso de ruptura social y de crisis de convivencia ciudadana y donde no se garantiza el valor y la vigencia de los derechos humanos.
Construir la paz
6. El venezolano anhela la paz. La ausencia de paz nos priva de las condiciones indispensables para vivir en una auténtica y verdadera sociedad, ya que se irrespeta la dignidad de la persona humana. La paz no es compatible con actitudes en las que solamente se defienden posiciones cerradas y egoístas de algunos sectores. La paz ha de estar sostenida por la verdad. Nos dice Juan Pablo II en su Mensaje por la paz del primero de enero de este año: “Hay una relación inseparable entre el compromiso por la paz y el respeto de la verdad. La honestidad en dar informaciones, la imparcialidad de los sistemas jurídicos y la transparencia de los procedimientos democráticos dan a los ciudadanos el sentido de seguridad, la disponibilidad para resolver las controversias con medios pacíficos y la voluntad de acuerdo leal y constructivo que constituyen las verdaderas premisas de una paz duradera” (N.8).
7. Recogemos el testamento de Jesús dejado a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy: no se la doy como la da el mundo. No se angustien ni tengan miedo” (Jn 14,27). Vivir estas palabras de Jesús es un compromiso para todos los venezolanos. Jesucristo es nuestra Paz. Él nos invita a caminar sin miedo, aun en medio de las dificultades que nos rodean.
8. “Dichosos los que trabajan por la paz” (Mt 5,27). La gran tarea que se nos impone en este momento crítico de nuestra historia es la responsabilidad que tenemos de construir una sociedad en paz, fundada en la cooperación, el entendimiento, la solidaridad, la tolerancia y el diálogo por el bienestar de nuestra nación. La convivencia entre los seres humanos es de orden moral. Se apoya sobre la verdad, debe realizarse según la justicia, exige ser vivificada y completada por la solidaridad y, finalmente, encuentra en la libertad un equilibrio socio-político cada día más razonable y más humano. Estos son los principios éticos fundamentales de toda paz.
9. La Iglesia, que predica el Reino de Dios, que es justicia, paz y amor, está llamada a abrir caminos a la esperanza. Ella, como signo e instrumento de salvación hace suya las angustias y tristezas de los hombres. En este momento crucial para nuestra Patria, el episcopado venezolano “asume con renovado entusiasmo y decisión el reto de contribuir a la gestación de una nueva sociedad más justa, más solidaria, más fraterna y más cristiana.” (Concilio Plenario de Venezuela, Contribución de la Iglesia a la gestación de una nueva sociedad, 1).
10. Como una contribución a un cambio fundamental en la realidad del país, los Arzobispos y Obispos de Venezuela ratificamos nuestro compromiso evangelizador para llamar a la conversión y a la renovación espiritual y moral de los venezolanos, creando conciencia acerca de la dignidad de cada persona, la solidaridad y la tolerancia, dejando de lado el egoísmo y el odio que, lamentablemente, se ha sembrado en el pueblo y que estimuló, por ejemplo, la actitud bochornosa de un pequeño grupo durante las exequias del Sr. Cardenal Ignacio Velasco en días recientes. La Iglesia, además, realiza acciones muy concretas, mediante el testimonio de unidad y de santidad de sus miembros, optando por la formación permanente del pueblo de Dios y la solidaridad con los más pobres y necesitados.
11. Por otra parte, no habrá paz social en Venezuela si no se recupera la confianza en los poderes públicos y en otras instituciones. Para ello, es necesaria la participación real de todos los ciudadanos en la toma de las grandes decisiones que afectan a la vida y al futuro de la nación y la garantía de transparencia y respeto a sus decisiones manifestadas con el voto. Por eso, “ante la existencia de posiciones tan antagónicas que nos podrían llevar a un verdadero colapso nacional, se impone, con urgencia, la necesidad de una consulta popular, es decir, de una respuesta pacífica, democrática, constitucional y electoral al actual estado de cosas, de modo que se restituya la confianza y la tranquilidad al país, y se refuercen la institucionalidad y la legitimidad. Para ello existe en el ordenamiento jurídico actual la posibilidad de una salida constitucional: el referéndum revocatorio” (Conferencia Episcopal Venezolana, La caridad de Cristo nos urge, Abril 2003, N° 8). Es necesario, pues, que todos los poderes públicos, de acuerdo al estado de derecho, garanticen y faciliten al pueblo venezolano el ejercicio de este derecho constitucional. Por eso, exigimos a los organismos competentes elegir cuanto antes a los miembros del Consejo Nacional Electoral y a cumplir los compromisos de la Mesa de Negociación y Acuerdos.
La comunicación al servicio de la paz
12. Los Medios de Comunicación están llamados a ser agentes de paz, de justicia, de solidaridad y de libertad, contribuyendo así a consolidar el sistema democrático y mejorar la situación del país. En este sentido, ellos juegan un papel importante, por su influencia para moldear las relaciones humanas en la vida política y social, tanto para el bien como para el mal. La exigencia moral fundamental de toda comunicación es el respeto y el servicio a la verdad. Por ello, los hombres y mujeres de los Medios están especialmente obligados a contribuir a la paz derribando las barreras de la desconfianza, esforzándose siempre por llevar a un entendimiento y
respeto mutuo. Los Medios sirven a la libertad sirviendo a la verdad, y por el contrario, obstruyen la libertad en la medida en que se alejan de la verdad y difunden falsedades o crean un clima de reacciones emotivas incontroladas ante los hechos. Por su parte, el Estado debe respetar el derecho que tienen los Medios a expresarse libremente, dentro de un ordenamiento legal justo y respetuoso del derecho de los venezolanos a estar informados y conocer la verdad. Una ley sobre la responsabilidad social en radio y televisión ha de garantizar la verdadera libertad de expresión y el derecho a la información. No están dadas las condiciones para aprobar una ley que requiere de una serenidad de espíritu suficiente para crear un consenso de la sociedad en torno a ella.
Conclusión
13. Jesucristo es nuestra esperanza. El hombre no puede vivir sin esperanza, ella es garantía de felicidad, la auténtica, la trascendente. Proclamemos la esperanza cristiana, la del Reino de Dios, y con ella caminemos con Cristo hacia la construcción de una paz verdadera en Venezuela, fundada en la verdad y la justicia. Edifiquemos la civilización del amor. Como pastores, invitamos a los venezolanos a renovar nuestra fe, con la esperanza de construir una Patria más justa y más digna. Unidos en la oración, pidamos al Padre por medio de Jesucristo que envíe su Santo Espíritu para que nuestro país encuentre la senda de la reconciliación y de la paz. Que Maria de Coromoto, Patrona de Venezuela y Reina de la Paz, en su Año Jubilar, nos guíe y proteja. Amén.
Caracas, 11 de julio de 2003, Año Jubilar de N.S. de Coromoto.
Firman los Arzobispos y Obispos de Venezuela