200 relatos de la intercesión de San Josemaría en un solo libro

Preparado por el postulador de la causa de canonización, Flavio Capucci

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MADRID, 30 julio 2003 (ZENIT.org).- De los más de 120.000 testimonios de favores espirituales y materiales obtenidos a través de la intercesión de San Josemaría Escrivá, el postulador de la causa de canonización del fundador del Opus Dei ha reunido 200 en «Favores que pedimos a los santos».

De acuerdo con monseñor Flavio Capucci, la idea de publicar estos relatos surgió al acercarse la canonización, «pues las experiencias tangibles de la misericordia divina que refieren son un patrimonio de fe vivida que merece ser compartido por todos los cristianos»

Los testimonios reunidos en el volumen de Ediciones Palabra abarcan un periodo de veintisiete años: desde el fallecimiento de San Josemaría, el 26 de junio de 1975, hasta su canonización, el 6 de octubre de 2002.

Desde religiosas de clausura hasta no cristianos firman estos relatos. De hecho, la mayoría de los textos son de personas que no pertenecen al Opus Dei y que, en muchos casos, saben poco de la prelatura, constata monseñor Joaquín Alonso, consultor teólogo de la Congregación para las Causas de los Santos y durante mucho tiempo colaborador de San Josemaría.

Las cartas que relatan las gracias obtenidas por la intercesión de Escrivá reflejan situaciones que van desde casos de drogadictos a gente al borde del suicidio, enfermedades como el Sida, el cáncer o la depresión, o explican cómo alguien se ha librado de un fusilamiento, un accidente de tráfico o un secuestro.

«Hay quienes obtienen un trabajo, encuentran objetos perdidos, recuperan la paz de su hogar o superan un examen difícil. Además, en la mayoría se habla también de un acercamiento a Dios, a veces después de una vida muy alejada de la fe», explica monseñor Alonso en la presentación del libro.

«El aspecto que más me ha llamado la atención es que los favores obtenidos por San Josemaría tienen casi siempre dos caras: no se limitan a resolver un problema, sino que dejan también una luz, un fruto espiritual en las personas que le invocan», concluye.

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ZENIT Staff

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