Academia para la Vida quiere unir a laicos y católicos contra el aborto

Declaraciones del vicepresidente, el obispo Sgreccia

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CIUDAD DEL VATICANO, 25 febrero 2002 (ZENIT.org).- Ha llegado la hora de superar la división entre católicos y no católicos, propone el vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, el obispo Elio Sgreccia, en declaraciones a Zenit, al inaugurarse este lunes la asamblea general de esa institución.

Durante tres días médicos, científicos, juristas, expertos en bioética y teología de todos los continentes se han reunido en Roma por iniciativa de esta Academia fundada por el Papa en 1994 para afrontar el argumento «Naturaleza y dignidad de la persona como fundamento del derecho a la vida».

–Zenit: ¿Cuál es el desafío que plantea la defensa de la vida en estos momentos?

–Monseñor Sgreccia: Según una cierta cultura libertaria, los católicos se oponen al aborto porque se remontan a un sentimiento religioso, pero esto no es exactamente verdad. Ha llegado la hora de superar la contraposición entre laicos y católicos.

En esta octava asamblea de la Academia Pontificia para la Vida pretendemos plantear una pregunta: «¿existe una moral válida para todos los seres humanos?».

Nosotros estamos convencidos de que la respuesta se encuentra en el respeto del derecho natural que precede a la religión católica y que está presente en el corazón del hombre.

La ley moral natural es un principio que es válido para todos y que presupone una elevada concepción del hombre, que ha de ser respetada por su dignidad intrínseca y por la defensa de su bien auténtico», añade el prelado.

Por este respeto de la dignidad rechazamos todo intento de clonación humana. Por el mismo motivo nos oponemos a la fecundación artificial, cuando no tiene en justa consideración el papel del padre y de la madre. La dignidad humana debe ser respetada a todos los niveles, y mucho más en la unión entre los dos sexos.

–Zenit: Algunos consideran que la posición de la Iglesia en este sentido es contraria a la ciencia…

–Monseñor Sgreccia: Eso no es verdad, ni mucho menos. Nadie pone en duda las leyes de la física o de la astronomía, pero al mismo tiempo es necesario conocer las leyes que regulan la vida del hombre. La ley natural y moral tienen la misma legitimidad que las leyes que regulan la física, la química, o la astronomía. La unión entre la ley natural y las leyes de la ciencia nos permiten mirar al hombre en su totalidad.

–Zenit: Eso está muy bien, pero mucha gente dice que ese es un problema privado, que no tiene por qué reflejarse en la vida social, especialmente a nivel jurídico, con leyes, etc.

–Monseñor Sgreccia: El reconocimiento de la ley natural implica también el reconocimiento del derecho natural, que de hecho se refleja perfectamente en la Carta Universal de los Derechos Humanos (aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas).

Si se entiende bien, el derecho natural exalta y defiende la dignidad del individuo, desde su concepción hasta su muerte, enfermo o sano, discapacitado o con plenas capacidades. El derecho natural no es algo que se han inventado los católicos y no tenerlo en cuenta constituye una afrenta a la razón humana.

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ZENIT Staff

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