Ante casos de abusos sexuales, “una ruta clara en aguas agitadas”

Comentario del padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 14 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos una nota difundida por el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, sobre la cuestión de los abusos sexuales por parte de miembros del clero, emitida a través de los micrófonos de Radio Vaticano.

 

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Al final de esta semana, en la que la atención de gran parte de la prensa europea se ha concentrado en la cuestión de los abusos sexuales perpetrados por personas en instituciones de la Iglesia católica, es necesario hacer tres observaciones.

Ante todo, la línea asumida por la Conferencia Episcopal Alemana se ha confirmado como el camino adecuado para afrontar el problema en sus diferentes aspectos. Las declaraciones del presidente de la Conferencia, el arzobispo Robert Zollitsch, después del encuentro con el Santo Padre, retoman las líneas establecidas por la asamblea de la Conferencia y confirman sus puntos operativos esenciales: reconocer la verdad y ayudar a las víctimas, reforzar la prevención y la colaboración de una manera constructiva junto a las autoridades -incluidas las judiciales y estatales– por el bien común de la sociedad. Monseñor Zollitsch también ha confirmado sin dejar lugar a dudas la opinión de los expertos, según la cual, la cuestión del celibato no debe ser confundida con la de la pederastia. El Santo Padre ha alentado la línea de los obispos alemanes, que –teniendo en cuenta el carácter específico de su país– puede ser considerada como un modelo muy útil e inspirador para otras conferencias episcopales que tengan que afrontar problemas análogos.

Además, la importante y amplia entrevista concedida por el promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, monseñor Charles Scicluna, explica de manera detallada el significado de las normas canónicas específicas establecidas por la Iglesia en los años pasados para juzgar los gravísimos delitos de abuso sexual contra menores por parte de eclesiásticos. Queda totalmente claro que estas normas no han buscado ni favorecido ningún tipo de cobertura para tales delitos, es más, han dado pie a una intensa actividad para afrontar, juzgar y castigar adecuadamente estos delitos en el marco del derecho eclesiástico. Es justo recordar que todo esto fue establecido y puesto en marcha cuando el cardenal Ratzinger era prefecto de la Congregación. Su línea ha sido siempre la del rigor y la coherencia a la hora de afrontar las situaciones más difíciles.

Por último, la arquidiócesis de Munich ha respondido, con un amplio y detallado comunicado, a los interrogantes sobre el caso de un sacerdote que se había trasferido de Essen a Munich, en tiempos en los que el cardenal Ratzinger era arzobispo de la ciudad. Este sacerdote después fue culpable de abusos. El comunicado muestra cómo el arzobispo estuvo totalmente al margen de las decisiones tras las que pudieron verificarse los abusos. Más bien es evidente que en los últimos días algunos han buscado –con un cierto ensañamiento, en Ratisbona y Munich– elementos para involucrar personalmente al Santo Padre en las cuestiones de los abusos. Para todo observador objetivo queda claro que estos esfuerzos han fracasado.

A pesar de la tempestad, la Iglesia ve bien el camino que debe seguir, bajo la guía segura y rigurosa del Santo Padre. Como ya hemos dicho, esperamos que esta tribulación pueda ser al final una ayuda para la sociedad en su conjunto para asumir mejor la protección y la formación de la infancia y la juventud.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]

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ZENIT Staff

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