Ante la violencia, los católicos en Pakistán promueven el diálogo interreligioso

Misioneros lamentan el miedo sembrado por grupos radicales

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ISLAMABAD, 16 julio 2003 (ZENIT.org).- Factores como los atentados del 11 de septiembre de 2001, la guerra en Afganistán e Irak y los atentados suicidas en Israel han creado nuevas dificultades a la relación de los católicos con los musulmanes en tierras de misión, como es el caso de Pakistán.

Con la ayuda de «Mundo y Misión» –la revista del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME)–, Zenit ha recogido experiencias como la del padre Rocus Patras, dominico de cuarenta años, responsable de la parroquia de Santo Domingo, en Bahawalpur (este de Pakistán), donde el 28 de octubre de 2001 fueron asesinados 17 cristianos.

«En este país, como en otras naciones asiáticas, la propaganda de los movimientos fanáticos de cualquier denominación tiende a definir como la quinta columna de Occidente a aquellos que, aún teniendo la misma sangre y la misma patria, se han convertido al cristianismo», explica el religioso.

«Para estas personas –constata el padre Patras–, los cristianos siguen siendo enemigos que hay que contrarrestar porque se dedican siempre y en todo lugar al proselitismo».

«De nada sirve el reconocimiento por parte de la Iglesia de los errores cometidos en algunas circunstancias del pasado –advirtió–. El cambio de perspectiva promovido por el Concilio Vaticano II es simplemente ignorado por quien, de mala fe, busca la rivalidad».

«Fui a celebrar Misa en el pueblo cristiano de Mian Channu –recuerda el padre James Channan, viceprovincial de los dominicos en Pakistán–. Fue duro. Había más de medio centenar de jóvenes armados alrededor de la iglesia. Tenían el deber de asegurarnos una celebración “serena”».

«Me parecía haber entrado en una zona de guerra, si bien era el mismo lugar donde estudié 32 años atrás. Entonces no había miedo –relata–. Eran días tranquilos. En las fiestas había procesiones. Campeonatos de fútbol y otras actividades tenían lugar en un clima sosegado».

De hecho, según las palabras del religioso, las puertas de la iglesia estaban siempre abiertas y en las noches de verano los sacerdotes y los chicos del colegio dormían en el suelo al aire libre.

Sin embargo «hoy todos tienen miedo. Se cierran las puertas. No hay procesiones. Tampoco campeonatos. ¿Por qué el pueblo ha cambiado tan rápidamente? ¿Por qué nuestra comunidad cristiana tiene tanto miedo? ¿Por qué nuestros jóvenes tienen que armarse para proteger a los cristianos que rezan? ¿Por qué necesitamos que la policía presida nuestras escuelas y las iglesias?», cuestiona.

Para el padre Channan, no se puede atribuir a enemigos externos el odio hacia los cristianos. «Los criminales responsables de aquel acto de terrorismo están alrededor de nosotros e intentan crear un enfrentamiento entre religiones y civilizaciones. Quieren dar vida a “cruzadas”», advirtió.

En Pakistán, los católicos son poco más de un millón y casi todos pertenecen a clases sociales bajas o marginales respecto al resto de la sociedad.

A fin de impedir la expansión de la violencia, han creado el «Comité nacional para la paz y la armonía social», abierto igualmente a miembros de otras iglesias cristianas y a representantes del Islam.

«Como gente de paz, debemos promover la armonía social en esta difícil situación», explicó el obispo de Faisalabad, monseñor Joseph Coutts.

El arzobispo de Lahore, monseñor Lawrence Saldanha, desea que el diálogo involucre no sólo a los musulmanes liberales, «sino también a los conservadores, que tienen gran influencia en la gente».

El Comité trabaja en estrecho contacto con las parroquias, los párrocos, los religiosos, las religiosas, así como con los catequistas, comprobando capilarmente la situación y verificando la corrección de la información que difunde la prensa.

Su tarea será también sugerir estrategias para evitar la aparición de enfrentamientos interreligiosos.

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ZENIT Staff

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