Benedicto XVI: Un año para buscar y encontrar a Cristo

Ángelus al inicio del tiempo ordinario del año litúrgico

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 15 enero 2006 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo al rezar la oración mariana del Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

El domingo pasado, en el que celebramos el Bautismo del Señor, comenzó el tiempo ordinario del año litúrgico. La belleza de este tiempo consiste en el hecho de que nos invita a vivir nuestra vida ordinaria como un camino de santidad, es decir, de fe y de amistad con Jesús, continuamente descubierto y redescubierto como Maestro y Señor, Camino, Verdad, y Vida del hombre. Es lo que nos sugiere el Evangelio de Juan en la liturgia de este día, al presentarnos el primer encuentro entre Jesús y algunos de los que se convirtieron en sus apóstoles. Eran discípulos de Juan Bautista, y él precisamente les acercó a Jesús, cuando, tras el Bautismo en el Jordán, le presentó como el «Cordero de Dios» (Juan 1, 36). Dos de sus discípulos, entonces, siguieron al Mesías, quien les preguntó: «¿Qué buscáis?». Los dos le preguntaron: «Maestro, ¿dónde vives?». Y Jesús respondió: «Venid y lo veréis», es decir, les invitó a seguirle y a pasar un momento con Él. Quedaron tan impresionados en las pocas horas pasadas con Jesús, que inmediatamente uno de ellos, Andrés, se fue a ver a su hermano Simón para decirle: «Hemos encontrado al Mesías». Nos encontramos con dos palabras particularmente significativas: «buscar», «encontrar».

Podemos extraer de este pasaje evangélico de hoy estos dos verbos y sacar una indicación fundamental para el año nuevo, un tiempo en el que queremos renovar nuestro camino espiritual con Jesús, con la alegría de buscarlo y encontrarlo incesantemente. La alegría más auténtica, de hecho, está en la relación con Él al haberlo encontrado, seguido, conocido, amado, gracias a una continua tensión de la mente y del corazón. Ser discípulo de Cristo: esto le basta al cristiano. La amistad con el Maestro asegura al alma paz profunda y serenidad incluso en los momentos oscuros y en las pruebas más difíciles. Cuando la fe atraviesa noches oscuras, en las que se deja de «oír» y «ver» la presencia de Dios, la amistad de Jesús garantiza que en realidad no hay nada que nos pueda separar de su amor (Cf. Romanos 8, 39).

Buscar y encontrar a Cristo, manantial inagotable de verdad y de vida: la palabra de Dios nos invita a retomar, al inicio de un nuevo año este camino de fe que nunca acaba. «Maestro, ¿dónde vives?», preguntamos también nosotros a Cristo y Él nos responde: «Venid y lo veréis». Para el creyente, se trata siempre de una incesante búsqueda y de un nuevo descubrimiento, pues Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, pero nosotros, el mundo, la historia, no somos nunca los mismos, y Él nos sale al paso para darnos su comunión y su plenitud de vida. Pidamos a la Virgen María que nos ayude a seguir a Jesús, experimentando cada día la alegría de penetrar cada vez más en su misterio.

[Tras rezar el Ángelus, el Papa añadió:]

Se celebra hoy la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2006. Las migraciones constituyen un fenómeno sumamente difundido en el mundo actual: son un «signo de los tiempos». Este fenómeno se presenta de formas muy variadas: la migración puede ser voluntaria o forzada, legal o clandestina, por motivos de trabajo o de estudio. Si, por una parte, se afirma el respeto de las diversidades étnicas y culturales, por otra se dan dificultades de acogida e integración. La Iglesia invita a aprovechar lo positivo de este signo de los tiempos, superando toda forma de discriminación, de injusticia y de desprecio de la persona humana, pues todo hombre es imagen de Dios.

La diócesis de Roma celebra hoy la Jornada de la Escuela Católica. Saludo a los directores, a los maestros, a los padres y a los alumnos aquí reunidos, y les aliento a continuar con el compromiso a favor de una educación integral, que se esfuerce por unir la calidad de la educación con la concepción cristiana del hombre y de la sociedad. Deseo una constante colaboración entre la familia y la escuela, así como que se reconozca plenamente el servicio que ofrecen las escuelas católicas. ¡Feliz año escolar!

[A continuación, el Santo Padre saludó a los peregrinos en varios idiomas. En castellano, dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. Queridos hermanos: siguiendo el ejemplo de la Virgen María, que la meditación asidua de la Palabra de Dios os impulse a vivir vuestra vocación cristiana con espíritu de servicio y docilidad a la voluntad del Señor. ¡Feliz domingo!

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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