Cardenal Arinze: El diálogo interreligioso no puede caer en el sincretismo

Pide a los obispos en el Sínodo anunciar con claridad el Magisterio

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CIUDAD DEL VATICANO, 3 octubre 2001 (ZENIT.org).- Consciente de la importancia que ha alcanzado el diálogo entre las religiones tras los atentados contra Estados Unidos del 11 de septiembre, el cardenal Francis Arinze, ha tomado la palabra en el Sínodo para explicar cuáles son los cauces por los que debe discurrir este desafío.

«Si el diálogo interreligioso puede comenzar por la dimensión horizontal –la búsqueda conjunta de la justicia, de la paz, de la armonía y de los valores religiosos–, debe llevar sobre todo de manera clara a la dimensión vertical: la búsqueda de Dios, la búsqueda de la verdad religiosa, el esfuerzo por una mayor apertura a la acción divina», constató el prefecto del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

De este modo planteó una pregunta fundamental: «Si el obispo no enseña y difunde estas verdades, ¿quién lo hará?».

«La relación de la Iglesia con las personas de otras religiones se funda en la fe en Jesucristo», aclaró el purpurado nigeriano. «Para la Iglesia el diálogo o la colaboración interreligiosa se caracterizan por la esperanza, la esperanza en que un día todo y todos se reconcilien en Cristo, Señor de la historia, y anhelo de todos los corazones».

«En el mundo de hoy –siguió diciendo el cardenal de 68 años–, el obispo no tiene elección entre promover o no promover el diálogo interreligioso. La pluralidad de las religiones es un hecho en gran parte de las sociedades. Los movimientos de población han sido facilitados por los modernos medios de transporte ya sea por motivos económicos, culturales, políticos o de otro tipo».

Ahora bien, continuó diciendo Arinze, el diálogo «debe fundarse en la ortodoxia». Y se explicó: «El obispo es por encima de todo maestro de la doctrina de la fe».

«Naturalmente tiene que vigilar sobre las ideas teológicas en materia de diálogo interreligioso en su área de competencia», reconoció, pero sobre todo «debe alimentar a su pueblo con la rica doctrina del Magisterio».

Por último, Arinze explicó el sentido evangélico del diálogo interreligioso: «Un cristiano, al encontrarse con personas de otras religiones, es ante todo un testigo de Cristo. A través de ese cristiano, los demás creyentes deben ver, oír, vivir, tocar, hablar y trabajar con Cristo».

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ZENIT Staff

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