Egipto: un centro para discapacitados, lugar de ecumenismo

Acoge retrasados mentales, hasta ahora marginados de la sociedad

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EL MINYA, lunes 22 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Gracias a la ayuda de la asociación caritativa internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), los discapacitados mentales de Egipto podrán salir de la marginación a la que les había condenado la sociedad.

AIN ha donado ya más de 15.000 euros y ha prometido otras ayudas para la realización de un edificio que permitirá a la Comunidad de Al-Fulk de El Minya (localidad del Egipto Medio) trasladarse del desierto a la ciudad, aspecto fundamental para la integración de las personas asistidas.

“No podemos integrar a las personas en la sociedad si vivimos en el desierto”, subrayó Magdi Asham Henein, de Al-Fulk. «Con la ayuda de AIN hemos comprado la tierra para construir un nuevo edificio de la comunidad”.

Salir del aislamiento

Según explicó Henein, la comunidad de Al-Fulk nació por la gran necesidad de apoyo que tienen las personas con deficiencias mentales en Egipto.

“Hace diez años, esta gente era rechazada por la sociedad. Nadie comprendía la naturaleza de las discapacidades mentales, se veían como un castigo de Dios”.

Incluso las familias de las personas afectadas por estos males las rechazaban y las expulsaban. “Las personas con discapacidades mentales sufrían mucho. Muchas vivían en lacalle, y la gente se burlaba de ellas. Estaban completamente marginadas”.

En este contexto, un miembro de Faith and Light, una asociación internacional que apoya a las personas con dificultades de aprendizaje, fue a vivir con la comunidad de El Arca en Guise (Francia), y a su vuelta instituyó Al-Fulk, en 2002.

La comunidad de Al Minya tiene un laboratorio en donde las personas con discapacidades mentales fabrican velas, y al final de la semana reciben un salario por su trabajo.

Al-Fulk está afiliada a El Arca internacional, pero está bajo la dirección de la diócesis copta católica de Al Minya. </p>

El nombre Al-Fulk significa precisamente “el arca”. “Indica la nave, la nave de Noé, por quien está el arca», observó Henein.

Resurrección

El fundador de El Arca, Jean Vanier, habló de la comunidad como lugar de resurrección, y Henein confesó que también ha sido el caso de Egipto.

«Los cambios a su vista son un signo de resurrección, estaban totalmente marginados pero ahora han cambiado, ha tenido lugar una resurrección para ellos y para sus familias”.

“La sociedad ha cambiado de actitud, por lo que hay una resurrección tanto para la persona como para la comunidad en general”, añadió.

Según Henein, la nueva estructura «creará una especie de vida social para los residentes con discapacidades mentales – les gusta comprar en las tiendas y visitar a la gente».

Actualmente en la casa hay siete personas, y otras ocho vienen a fabricar velas al laboratorio. “Esperamos llegar a 10 en la casa y 20 en el laboratorio», reconoció Henein.

Valor ecuménico

La comunidad es también un signo de la unidad, porque católicos y ortodoxos conviven en la misma casa, y esperan que en el futuro se impliquen también los musulmanes.

“Los musulmanes son la mayoría, pero nuestro trabajo no es muy conocido y los islámicos pueden ser sospechosos en su contra”, constató Henein.

«Sin embargo, en el futuro, Al-Fulk podría ser un puente para unir a cristianos y musulmanes – como otras actividades sociales de la Iglesia intentan hacer”, concluyó.

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ZENIT Staff

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