«La luz brilla en las tinieblas. El pensamiento de Benedicto XVI», según un fundador

Entrevista con el padre Luis Torres-Pardo, C.R.

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BUENOS AIRES, miércoles, 20 junio 2007 (ZENIT.org).- El padre José Luis Torres-Pardo C.R., fundador del Instituto y de la Obra de Cristo Rey, ha publicado el libro: «La luz brilla en las tinieblas. El pensamiento de Benedicto XVI» (Ediciones Cristo Rey), en el que, a través de numerosas citas extraídas de las obras de Joseph Ratzinger, introduce de modo sistemático en el universo teológico-espiritual-sapiencial de este Papa.

En esta entrevista, el fundador, nacido en Córdoba de España el 30 de septiembre de 1928, residente en Argentina desde hace casi cuarenta años, desvela las claves de esta obra.

–¿Podría decirnos qué es lo que lo ha impulsado a escribir este libro?

–La urgencia de disipar, en lo posible, las tinieblas del pecado, del error, de la incredulidad, de la ignorancia y de la tibieza espiritual.

–Ya existen varios libros acerca del Santo Padre. ¿Cuál sería el aporte específico de esta obra suya que acaba de publicar?

–Intentar una síntesis de su prolífico pensamiento, poniendo de relieve las «claves» y los «énfasis» más acuciantes para esta sociedad neopagana y este catolicismo acobardado y alicaído en que vivimos.

–En su libro hay, proporcionalmente, muy pocas frases suyas, y sí muy largas citas de Joseph Ratzinger. ¿Por qué razón eligió estructurarlo de esa manera?

–Sencillamente porque lo que interesa es su pensamiento, no el mío; el cual (dicho sea de paso, y guardada toda «proporción») sintoniza plenamente con el suyo, junto con un gozo y un ímpetu imposible de explicar.

<strong>–El libro consta de más de quinientas citas de Joseph Ratzinger, extraídas de obras suyas siendo joven teólogo o cardenal prefecto, y de numerosos documentos e intervenciones suyas como Sumo Pontífice. Sin embargo, el subtítulo de la obra es «El pensamiento de Benedicto XVI». ¿No sería una contradicción ese subtítulo, dado que gran parte de las citas son anteriores a su pontificado?

–Ciertamente que no, dada la coherencia «in crescendo» de su teología, enraizada en la Palabra de Dios, en la Tradición apostólica y en el Magisterio de la Iglesia… en una palabra: una fe maciza y explicada por una inteligencia superdotada, con la humildad de un niño y la valentía de un guerrero.

–Si tuviese que sintetizar en una palabra el pensamiento de Joseph Ratzinger, ¿cuál elegiría?

–Sin lugar a duda:¡la «verdad»!, de acuerdo al lema por él elegido en su pontificado.

¡Es impresionante la cantidad de veces que, de palabra o por escrito, el Santo Padre pronunció el sustantivo «verdad»!

Pienso que probablemente le habrá influido la lectura y devoción al gran doctor de la Iglesia, san Agustín, su «primer amor teológico», como le llamó Benedicto XVI.

–¿Por qué llama a Benedicto XVI, en el Prólogo de su libro, «el Papa de mi vida»?

–Desde Pío XI (el Papa de la magna encíclica «Quas primas»), bajo cuyo pontificado nací (año 1928), todos los Papas han sido «grandes» y dignos de veneración.

No obstante, he sufrido en «carne viva» la crisis (mal llamada) «postconciliar», resultado de una falsa y malintencionada interpretación de los documentos del Concilio Vaticano II, que el Papa Benedicto calificó de «hermenéutica de la ruptura» entre un antes y un después del Concilio (en lugar de una «hermenéutica de la continuidad»). En este contexto, sobre todo el Santo Padre felizmente reinante fue y sigue siendo para mí un bálsamo y, al mismo tiempo, un fuerte estimulante para llevar adelante a nuestro amado Instituto y Obra de «Cristo Rey».

Por este motivo la quinta y última parte de este libro (el «broche de oro» diría yo) trata específicamente del reinado universal de Cristo, que es precisamente nuestro «carisma» entrañable.

–¿Cómo se podría ayudar a las personas de escasa formación espiritual y doctrinal e influenciadas por los «medios de comunicación» a gustar este libro sobre el Santo Padre?

–Mediante la práctica periódica de los «ejercicios espirituales» según el método del gran san Ignacio de Loyola, contundentes para «des-intoxicarnos» del medio ambiente y para amar apasionadamente a Cristo, a la Virgen y a la Iglesia.

Y, al mismo tiempo, una formación doctrinal permanente, tomando como textos de base el «Catecismo de la Iglesia Católica», el «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» y «L’Osservatore Romano».

–¿Qué implicancias tiene para su vida como fundador del Instituto y de la Obra de Cristo Rey el haber escrito este libro? ¿Es una obra carismática? ¿Es un aporte suyo como fundador a las actuales circunstancias de la Iglesia en América Latina?

–¡Desde luego! Mi intención es doble: por un lado, contrarrestar el «triple complejo», que tanto daño está causando a los católicos (clérigos y laicos) no sólo en Latinoamérica, a saber: complejo ante el mundo moderno, complejo ante las demás religiones, y, de una manera especial, el complejo llamado «antirromano» (frialdad u hostilidad hacia el Papa, y pérdida de la «romanidad»).

Y por otro lado, «marcar a fuego», en todos los hijos e hijas que Dios me ha confiado, el amor filial a Roma y al Papa.

Si alguien quisiera saber lo que somos, lo que pensamos y lo que predicamos (con la gracia de Dios), no tiene más que leer atentamente y sin «prejuicios» este libro. Un candidato a ingresar en nuestro Instituto «Cristo Rey» que no aceptase con entusiasmo todo lo que está escrito en este libro, evidentemente no debería ser admitido (menos aún ordenado sacerdote).

Dígase proporcionalmente lo mismo respecto de los laicos, aspirantes a pertenecer, cuánto más a representar, nuestra Obra.

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ZENIT Staff

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