La página web del episcopado francés sugiere explicar Halloween

La visión tétrica de espíritus contrasta con la dicha de Todos los Santos

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PARÍS, 30 octubre 2001 (ZENIT.org).- ¿Celebrar o no celebrar Halloween? Esta es la pregunta que se plantean padres de familia y educadores al hacerse cada vez más popular esta fiesta en todo Occidente.

La Conferencia Episcopal Francesa, en su página web [ http://www.cef.fr ] responde a este interrogante aconsejando «no dejar que los niños se pongan en oposición con sus maestros de escuela» y para evitarlo sugiere explicar «el significado y las implicaciones de esta fiesta».

Halloween es una fiesta muy antigua de origen celta, celebrada en los países anglosajones. La tradición dice que la noche del 31 de octubre es propicia al regreso de los espíritus y de las brujas.

Los niños se disfrazan y llaman a las puertas diciendo «Trick or a treat » (un sortilegio o un caramelo). Las casas se iluminan con calabazas-linternas, las «Jack-o-lantern».

Monseñor Hippolyte Simon, obispo de Clermont, quien responde en Internet a estos interrogantes, constata al mismo tiempo que esta fiesta se ha convertido en una operación comercial en la víspera del día en que los católicos celebran Todos los Santos y la fiesta de los Fieles difuntos.

Según monseñor Simon, Halloween puede ser una oportunidad para explicar incluso a los niños «cómo la Iglesia nos ha liberado de esos miedos y de esos fantasmas. Desde hace siglos, insiste en el día de Todos los Santos en la esperanza de la Resurrección y en la alegría de quienes han puesto las Bienaventuranzas en el centro de su vida».

Ahora bien, reconoce, «Es justo decir que los esfuerzos de la Iglesia han encontrado fuertes resistencias…».

«Para unos –constata el prelado–, la muerte es una fatalidad, sólo se puede evitar riéndose de ella. Pero al final los esqueletos tienen la última palabra: vienen a ver a los vivos para anunciarles su destino y atraerles al reino de las tinieblas…». Esto es Halloween.

«Para otros –sigue diciendo–, la muerte es una realidad que hay que saber asumir. Es un paso. Después de la Resurrección de Cristo, nos encontramos en camino hacia la Ciudad Santa, donde nos espera la muchedumbre inmensa de quienes han sido santificados por el Señor». Esto celebra el día de Todos los Santos.

En definitiva, el prelado propone explicar a los niños el paso de la tétrica noche de los espíritus sin esperanza al fulgor que transmiten los santos que gozan de la infinita dicha en el cielo.

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ZENIT Staff

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