La política del hijo único, «inhumana» fuente de desequilibrios en China

Alerta el padre Politi, misionero del PIME durante años en China

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ROMA, jueves, 28 julio 2005 (ZENIT.org).- Con graves desequilibrios está pagando China la introducción hace 25 años de las políticas de control de la natalidad, constata el padre Giancarlo Politi, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) durante años en el país asiático.

Una Conferencia demográfica internacional, clausurada el 23 de julio en Tours (Francia), alertó de que en China 25 millones de hombres podrían quedarse solteros de por vida a causa de la ley del hijo único, introducida en 1979.

Igualmente se hace eco «Radio Vaticana» de que investigadores de la Universidad de Texas apuntaron que Pekín –junto a Taipei y Seúl– paga ahora el precio de las políticas de control de los nacimientos emprendidas hace cinco lustros, para privilegiar el nacimiento de varones.

Misionero durante años en China, el padre Politi explicó el domingo pasado a la emisora pontificia que la elaboración de esas políticas «buscó responder de forma desastrosa tal vez a la exigencia de mantener un control sobre la población, para que no creciera enormemente».

«Fue la consecuencia también de una política distinta que había llegado antes, porque por exigencias militares había intervenido este lema: “Cuantos más seamos, mejor”, ya que así se puede enfrentar al enemigo y vencer», aclaró.

Esta ley del hijo único «en el plano práctico tiene aspectos verdaderamente inhumanos, como el de tener que contar con permiso para poder tener un hijo y el consiguiente aborto obligatorio para quien no cuente con licencia para tener el segundo hijo», denunció el padre Politi.

«Esto en el plano nacional ha producido un desequilibrio sobre todo en el ámbito femenino», recordó.

En las familias chinas «habrá parejas que estarán contentas de no tener hijos, pero la mayor parte, sobre todo en el ambiente cultural chino, necesita de cualquier manera, o busca con todos los medios, poder tener al menos el hijo varón», alertó.

«La familia que no tiene herederos deja a la pareja en una relación casi de esterilidad, también desde el punto de vista humano, no simplemente procreador», informó el sacerdote; «los ejemplos y las historias de desequilibrios, también mentales, que han sido producidos por esta política no son de hace poco tiempo».

De acuerdo con el misionero, esta situación «obviamente ha dado origen a una práctica de tener hijos incluso fuera de la legalidad».

De ahí que haya hijos no registrados, si bien «no será posible indicar las cifras, porque será especulación», pero con dinero «tal vez se logra llevar a cabo el registro», aclaró.

De todas formas «es cierto que aquellos que nacen sin licencia no existen» y son objeto de chantajes «a muchos niveles», concluyó.
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ZENIT Staff

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